20 Historias de Terror REALES y tenebrosas que no te dejaran dormir

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

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Como su nombre lo indica, las historias de terror tienen la meta de generar en el individuo que las lee o las escucha una cantidad indescriptible de sentimientos que invariablemente terminan desencadenando un miedo desenfrenado.

Dado a que las historias de terror poseen un carácter macabro y lúgubre, este género literario no es recomendado para personas sensibles o que sencillamente se asustan fácilmente, ya que el pavor que experimenta la persona podría alcanzar un punto fatídico, es decir, llevarlo a la muerte provocada por un infarto fulminante. Claro que esto únicamente llegaría a suceder en un caso extremo.

En más de una ocasión, las personas que llegan a escuchar este tipo de relatos, argumentan que ni su tramo inicial ni su desenlace, les provocaron el más mínimo temor. Sin embargo, no por ello esas crónicas deben ser apartadas del género, ya que seguramente cuentan con elementos característicos como los que a continuación se enlistan:

– Los protagónicos frecuentemente son maleantes u homicidas.

– Más que enfocarse en cuestiones relacionadas con la violencia física o verbal, se dedican a describir a detalle situaciones o escenarios con el fin de que se cree una «atmósfera» que inunde el lugar por completo.

– No profundiza en aspectos concretos de los personajes, debido a que no interesa que conozcamos pasajes de su vida pasada, sino lo que se encuentran realizando en este momento.

Por esto y por muchas razones más, las historias de terror son apreciadas mayoritariamente por jóvenes e infantes. Tal vez porque en ellos, muchas de las sensaciones no se encuentran totalmente desarrolladas y la lectura de estos textos puede ayudar a agudizar los sentidos.

Indice

Historia de miedo El diario

Esta Historia de terror comienza así. Era el primer día de Belén en la biblioteca del estado. La enviaron desde el colegio para conseguir algunos créditos extras por lo que ni ella ni el bibliotecario estaban preparados, ni dispuestos para trabajar juntos. El hombre que trabajaba ahí desde hace 30 años, trató de mantenerla lo más lejos posible, así que le dio el área de libros comunes, prohibiéndole entrar a las demás.

Pero la joven no tenía intenciones de obedecer a un viejo mal encarado, todas las cosas que él decía, ella las tomaba como reto. Empezó a tomar libros de las «secciones prohibidas», se los llevaba a casa, veía una cuantas páginas y los aventaba a un rincón por aburridos, no entendía porque el bibliotecario los cuidaba tanto.

Uno de tantos libros que tomó sin permiso, resultó algo distinto a los demás, estaba cubierto en piel como muchos otros, pero era tan tersa, delgada y tan suave que invitaba a acariciarla más de una vez; no tenía algún título, editorial o ilustración en la portada, ¡en realidad no tenía nada!, ninguna marca que dañara aquella bella piel. Entonces lo más lógico para conocer su contenido era abrirlo.

Cuando la chica lo hizo, una ligera brisa alcanzó a enfriar sus pies y después le siguió el cuerpo, al ver que en realidad tenía en las manos un diario en donde se relataban hechos macabros acontecidos en la vida de una persona desconocida.

Las cosas que se narraban ahí, rebasaban por mucho las peores películas que había visto en su vida, tenía el miedo clavado en la espina , pero aun así, algo la motivaba a seguir leyendo sin parar. En tan solo una decena de páginas, su mente estaba hecha trizas, pues en cada una de ellas se narraba un terrible asesinato y aun restaban cientos de ellas. No tenía tiempo de leerlas todas, así que saltó a las ultimas, las cuales resultaban por mucho, peores que las primeras, como si la maldad del dueño del diario hubiese crecido con la práctica.

Al siguiente día, llegó con el bibliotecario, le entregó el diario en sus manos, confesó haberlo desobedecido, y pedía disculpas por ello… el hombre lo tomó con una sonrisa, y simplemente dijo a la chica: —¡No te preocupes!… con esa actitud, lo único que has logrado es que hable de ti en mi diario…—Si quieres saber lo que fue de la chica, simplemente busca el diario del bibliotecario , tiene una página completa dedicada a ella, la 327 para ser exacto…

Apariciones

Hace varios días ya que algo extraño viene ocurriendo en casa , tenemos esa sensación de que siempre nos observan, un gran peso se posa sobre nuestros hombros. Cuando volteamos a veces se puede ver como si una persona saliera corriendo.

Mis hijos dicen que ven pálidos niños asomándose por las ventanas. Yo no he querido decir lo que me sucedió, pues se pueden asustar más; pero en una ocasión, me despertó una luz que entraba por la ventana, llegaba directo a mis ojos, así que fui a correr la cortina, cuando me acerqué, encontré con una horrible cara arrugada y reseca , cuyos ojos color rojo vidrioso se movían de un lado a otro, mirando con total delirio.

Tuve que observar ese perturbado rostro por largo tiempo, porque mis extremidades se negaban a responder, parecía una estaca bien clavada al suelo; mis manos pesan toneladas, no pude ni siquiera mover un solo dedo para correr la cortina, ni dar un par de pasos atrás. Solo estaba ahí parado, viendo como el me miraba. Tenía su demente mirada clavada en mis ojos, puedo jurar que sonreía con placer al causarme tanto miedo.

De ese estado de petrificado, pasé rápidamente a sentirme invertebrado, no pude sostener mi cuerpo en pie cuando una mano se posó en mi hombro.

Si no hubiera escuchando a continuación la vos de mí esposa y entendido que ella me tocó, puedo asegurar que ahí terminaba mi existencia.

Los días siguientes, me negué a tener la luz apagada, fingía leer hasta que ella se quedaba dormida, pero en realidad estaba muerto de miedo , no quería dormir, cada vez que cerraba los ojos, ahí estaba aquel feo rostro, en cada parpadeo se acercaba más a mi cara, podía sentir sus manos sobre mí… por las mañanas se percibía en la habitación un fétido olor, rastros de polvo ensuciaban las sabanas y mis muñecas tenían raspaduras.

Hasta hoy, esto solo me ha pasado a mí, o tal vez los demás también lo están ocultando para no empeorar las cosas. ¡cielos!, tengo que sacar a mi familia de aquí, espero que no sea tarde para librarnos de este mal y dejar atrás tan horribles apariciones.

Otra versión de la Historia de terror Apariciones

Quiero contarles esta Historia de terror escalofriante. Aprovechando que todos en mi familia se fueron de viaje me quede en casa para descansar, metí a mis dos perros en la habitación para no estar solo. De la nada empezaron a gruñir, mirando fijamente hasta la puerta de mi cuarto, fui a ver qué pasaba, pero antes de llegar vi que la chapa se movía como si alguien intentara abrir desde afuera, mis animalitos se pusieron inquietos, ladraban nerviosos, y encogían las orejas, un poco asustado también, regrese a mi cama, y alcancé a ver como una pequeña cabeza se escondía en una esquina cerca de mi ventana.

Con mis perros en brazos fui hasta la puerta, pero de nuevo no alcance a llegar porque un golpe como el de una patada, sonó en la puerta, me dejé caer recargado en la pared y vi un par de piernas a través de la cama. En ese momento se fue la luz, esperé hasta que volviera, entonces pudimos salir porque no había más golpes en la puerta.

Las sillas estaban regadas y otras sobra el comedor, las acomodé para calmarme y acompañado de mis perros, buscamos por todo el lugar, no pudimos encontrar nada.

Fui al baño a lavarme la cara para que el susto se pasara, mis perros salieron corriendo, cuando fui tras ellos pasé por el comedor y las sillas estaban de nuevo regadas, los animalitos estaban en el cuarto de mis padres, detrás de un niño de pies sucios, que estaba muy pálido, al darse cuenta que lo veía, sonrió, y salió corriendo justo al lado mío, dejándome un fuerte escalofrió, que me quitó las fuerzas y caí desmayado.

Al despertar vi a lo lejos en el comedor un par de personas sentadas que discutían sobre algo, un hombre se levantó de la mesa, y golpeo a la mujer con fuerza, esta gritó mientras corría hasta donde yo me encontraba, quise correr pero en un instante estaban frente a mí, ella me pidió ayuda y el hombre me miró con extrañeza, me golpeó el rostro y me estrellé en el suelo, cuando volteé ya no estaban, solo pude ver ese par de piernas blancas del nuevo, que pertenecían al niño que reía.

Corría por todo el lugar como jugando a las escondidas, entraba y salía de entre los muebles.

No tuve más que esconderme con mis perros debajo de la cama hasta que aquello terminara, jamás supe quien era, ni si ha vuelto a casa, porque decidí desde ese momento jamás quedarme solo.

El pozo de los deseos

Restaba menos de un mes para que se cumpliera el plazo de entrega de su manuscrito y él ni siquiera lo había empezado, pasaba por uno de esos famosos «bloqueos de escritor», tratando de evitar distracciones se enclaustró en una humilde cabaña en medio del bosque, donde pasaba horas divagando junto a un pequeño pozo al que hizo su amigo, esperando que este le concediera el deseo de escribir un libro entero en menos de una semana. Cuando el pozo respondió, lo hizo con una tímida voz de niña y propuso ayudarlo a cambio de diez gotas de sangre.

No había tiempo para desperdiciar una oportunidad así, el hombre aceptó el precio sin dudarlo, de inmediato hizo cortadas en sus dedos, para dejar caer la sangre que le pedía el pozo. Tras cada una de ellas, parecía que el túnel cobraba vida, las paredes se movían al ritmo de sus cálidas exhalaciones, dejando escapar suspiros de alivio y éxtasis.

También la tierra rugía, como si descansara debajo de ella una enorme bestia, tras la última gota, una deforme criatura envuelta en fuego emergió del pozo, y se fue sobre el escritor. Diez gotas de sangre solo le dieron fuerza para salir del hoyo, necesitaba el resto del hombre para alimentarse.

En ese momento el manuscrito dejó de importar, luchaba con uñas y dientes para defenderse de los ataques del debilitado demonio que había liberado de las profundidades, pero todo resultaba inútil, su cuerpo estaba también envuelto en llamas, la carne le chillaba mientras se retorcía en el suelo.

Los anteriores habitantes de la cabaña, conocían el mal que moraba en aquel agujero , pero necesitaban el agua, así que decidieron no sellarlo, simplemente tenían mucho cuidado al acercarse, no imaginaron que al marcharse de ahí, vendría un tipo loco que hablara con los pozos y les pidiera deseos.

La historia era bastante buena para un libro, lástima que el escritor terminara devorado y sus restos calcinados a la orilla del pozo, que solo cumplió el deseo de una buena cena para aquel monstruo.

La sonrisa de Cristina

La noche se tornaba sombría; la escasa iluminación de las calles era absorbida por la oscuridad , llenando todo de penumbras, que solo se acompañan por el sonido de la lluvia golpeando el asfalto. Las personas se habían guardado en sus casas, solo quedaron aquellos que caminaban por necesidad.

Entre ellos Romina, una chica de humilde procedencia, que no ajustó ese día para el transporte que la llevara de la universidad a su casa. Era algo común para ella, muchas veces había recorrido ese camino en las mismas condiciones, pero eso no evitaba que se le crisparan un poco los nervios.

A pesar de que el frio obligaba a todos a esconder su rostro bajo sombreros, bufandas o abrigos, causando cierta desconfianza al cruzarse unos con otros, Romina estaba consciente de que lucía igual de sospechosa que ellos, y se movía con cautela para no causarle un susto a alguien.

A pocas calles de su casa, sintió alivio, ya estaba en sus terrenos y eso le daba seguridad, sin embargo, al doblar la esquina, distinguió a una oscura silueta caminando por la misma acera y en dirección a ella. Conforme ambos avanzaban, le inquietaba un poco no poder distinguir sus ropas, ni el sonido de sus pisadas, era tan solo una sombra que hacia tintinear las luces por donde pasaba.

Con un poco de precaución Romina se fue a la otra acera, apurando el paso, volteando para todos lados, y la sombra no estaba más… no estaba más en la lejanía, se había posado frente a ella, sujetándola fuerte del cuello. Robándole la vida y arrastrándola a lo más profundo del sufrimiento eterno.

Al mismo tiempo, Cristina, su amiga de toda la vida, estaba sentada en medio de un pentagrama dibujado con sangre, le pedía al maligno que se llevara a Romina y la mantuviera cautiva en el infierno, pues sentía mucha envidia de ella, y no quería verla más en este mundo.

Los días pasaron, Romina seguía desaparecida ante la consternación de todos sus allegados, excepto de Cristina, que ocultaba su sonrisa, pues estaba contenta de que sus ruegos fueron escuchados.

Historia de la dama de rojo

Cada fin de semana, la rutina era la misma; ella salía del trabajo a prisa, para llegar a casa y tomar un aromático baño, luego se sentaba horas frente al espejo embelleciéndose. El toque final, siempre un vestido rojo , porque le gustaba llamar la atención, además, hacia resaltar su hermosa piel clara, labios carmín y la sedosa cabellera negra que cubría un poco el gran escote en su espalda.

Volvía de su gran noche de fiesta, luciendo tan hermosa como al salir de casa, solo que el cansancio de tanto bailar, la obligaba a cargar sus tacones en mano, mientras el cemento frio e irregular por el que caminaba, masajeaba sus pies a cada paso.

Ese camino lo recorrió tantas veces, que podía fácilmente llegar a su destino con los ojos cerrados si así lo quisiera, por lo cual no le molestaba dejar caer sus parpados para dedicarse a escuchar y oler la noche que tanto le fascinaba. Avanzaba lentamente, buscando sorprenderse con algún detalle que pudo ignorar al llenarse con las imágenes que pasaban por su retina, fue entonces que descubrió… un agitado resoplido, acompañado de un olor particular que transportaba un ligero viento que apenas le movía un par de cabellos. Temía abrir los ojos y perder el rastro de aquello que había provocado tantas sensaciones en su cuerpo…

Siguió así, ensanchando sus fosas nasales, para que aquel sabroso olor a metal húmedo la guiara hasta el punto exacto de su procedencia… uno, dos, tres… decenas de ansiosos pasos, y se detuvo en la entrada de un callejón, el lugar era una fiesta de sonidos y olores que le nublaban la razón.

Gemidos, lamentos, respiraciones agitadas, algo que se desgarra o se rompe; finalmente un rechinido que le obliga a abrir rápidamente los ojos, para verlos ahí… de rodillas, hundiendo sus colmillos y desgarrando el cuerpo de aquel hombre para alimentarse.

Ella deja caer sus tacones, en el choque de estos contra el suelo, ellos se dan cuenta que no están solos, voltean, la miraban fijamente por un segundo y vuelven a lo suyo, ella no puede resistirlo, se tira sobre sus rodillas, se arrastra por el suelo… el estómago parece consumirse a sí mismo, la obliga a retorcerse y convulsionar, pero todo termina, cuando hunde sus dientes en el cuerpo del hombre muerto, el tibio sabor a hierro despierta nuevamente sus sentidos, siente la vida fluir dentro de ella, la hace vibrar, hundiendo otra y vez su cara en las vísceras de aquel cuerpo, para no dejar escapar aquella sensación de plenitud…

Ella tenía razón, ¡el rojo es su color! Y la sangre su nuevo vestido, seguramente volverá nuevamente a ese callejón, para cenar junto a los suyos.

Historia del primer amor

Todas las noches él esperaba junto a su ventana para verla pasar. Sin falta, exactamente a las 10:23 pm, ella doblaba en la esquina, vestida con su uniforme escolar verde, sin importar que fuera fin de semana; llevaba siempre gruesas mayas y largas mangas a pesar del calor. Apenas podía verse una parte de su rostro entre aquella larga y oscura cabellera que caía hasta la cintura.

Para el todo transcurría en cámara lenta, tenía solo unos segundos para admirarla, antes de que ella se perdiera nuevamente en la siguiente esquina, aquellos cabellos más oscuros que la noche se tornaban luminosos y plateados al reflejar la luz de la luna, y se mecían aparentando vida propia con el más leve viento. Era en esos momentos que podía apreciar su blanco y terso rostro que la mayoría del tiempo estaba escondido.

Sus pasos eran tan ligeros que ni siquiera se escuchaba el chocar de los pies contra el suelo. El chico estaba totalmente enamorado, aunque no supiera ni su nombre. Pero se había decidido a cambiar las cosas, así que salió por su ventana para ir tras ella, preguntarle su nombre, acompañarla a casa, pedir su teléfono, cualquier cosa que lo acercara más a ella.

Cuando él dobló la esquina, ella ya estaba en medio del parque, donde la molestaba un grupo de vagos mientras ella seguía caminando tímidamente, al llegar a la zona más oscura y boscosa, la jovencita se quitó el cabello del rostro dejando ver una enorme sonrisa que embrujó al joven, el cual permaneció inmóvil, viendo como ella hundía sus largos y afilados colmillo s en cada uno de los hombres, los levantaba por los aires como si fuesen simples hojas de papel, desgarrándoles la piel para disfrutar de su sangre.

La enorme cabellera servía para cubrir un par de pequeñas y negras alas que se agitaban velozmente al ritmo de cada una de sus mordidas.

Viéndola en todo su esplendor, el joven no pudo hacer otra cosa que enamorarse más de ella, el color de la sangre en sus labios solo la invitaba a besarla, el revolotear de sus alas solo le anunciaba que debía abrazarla con fuerza antes de que ella se fuera volando…

–Solo quería tenerla entre sus brazos–… aunque para ella el chico no fuera más que un postre, después de tan suculenta cena.

Historia de miedo No tengas prisa

Se acercaba el cumpleaños del abuelo Emilio y sus familiares le estaban preparando una fiesta sorpresa, solo faltaban un par de detalles en los que se necesitaba la colaboración de la abuela, sin embargo no pudieron encontrarla cuando la llamaron, por eso dejaron un mensaje en la contestadora.

Horas más tarde, Juan vio que un taxi llegaba hasta la puerta de su casa, y de ahí bajaron los abuelos, sabiendo el tema a tratar, rápido el chiquillo fue por el viejecito para entretenerlo en su habitación mientras los demás hablaban sobre su fiesta.

El pobre ancianito lucia muy cansado y apesadumbrado , hacia esfuerzos para sonreír ante todas las gracias de Juanito, pero no pronunciaba ni una sola palabra. Pasado un rato el niño se dio cuenta del semblante tan triste que su abuelo tenia, hasta parecía que las lágrimas estaban atrapadas en sus ojos, quiso abrazarlo para consolarlo, sin embargo el hombre levantó su bastón, apuntándolo hacia el chico para que este no se acercara más.

Esa actitud era muy extraña, el abuelo jamás se había negado a un abrazo, por lo que el niño comenzó a interrogarlo, mucho era lo que hablaba, poca la respuesta que obtenía, el anciano seguía cabizbajo, casi llorando y entre sollozos lo único que pudio decir al respecto de tal rechazo fue: —No tengas prisa, ya lo sabrás—. En ese instante la madre del niño lo llama desde la planta baja.

El chiquillo atendió al llamado solo para recibir la triste noticia de que el abuelo había fallecido, algo que le fue difícil creer, ya que él estaba en su cuarto, solo pasaron unos segundos desde que lo vio por última vez.

Sin decir nada, subió rápido las escaleras… de su abuelo, solo pudo ver una traslucida silueta que tras un saludo de marinero, desapareció en uno de los muros de la casa.

Historias de terror Un, dos, tres

El pequeño Tomas, odiaba que lo dejaran al cuidado de la vecina, una viejecilla de extrañas manías, muchas de las cuales la gente relacionaba con brujería , aun así, los padres del niño no se dejaban llevar por tonterías y confiaban mucho en ella, tanto como para encomendarle su pequeño hijo.

Para él, era la más horrible de las pesadillas, no podía pegar un ojo debido a la serie de inexplicables ruidos que siempre se escuchaban en su pequeño departamento, y sobre todo por una terrible canción que ella repetía una y otra vez para acompañar sus pasos.

—Un, dos, tres; me oyes pero no me ves…

—Cuatro, cinco, seis; no me encontrareis…

—Siete, ocho, nueve; estoy más cerca de lo que crees…

El niño entonces se sentía acechado, buscaba alrededor, vigilaba cada rincón, quería esconderse, pero le era prácticamente imposible, pues es bien sabido por todos, que debajo de la cama o el armario están los monstruos y esos eran los mejores escondites. Ni en su casa se sentía seguro, pues la anciana tarareaba todo el día la misma tonada, y Tomas los escuchaba porque ambas casas tenían una pared en común.

Con el paso del tiempo, el chico fue creciendo, y el miedo se hizo menos, hasta que una noche, mientras caminaba del trabajo a la casa, un chiflido se hizo eco en la oscura calle que transitaba… la tonada le parecía familiar, pero no podía recordar con exactitud. Hasta que los chiflidos se volvieron palabras:

—Un, dos, tres; me oyes pero no me ves…

La sangre del cuerpo del joven, bajó del golpe hasta sus pies, causando tal pesadez que le era imposible moverlos, estaba clavado en el piso, escuchando como un par de pasos se acercaban a su espalda.

—Cuatro, cinco, seis; no me encontrareis…

El mismo terror que lo paralizaba, le dio entonces impulso para salir corriendo, casi volando, hasta llegar a su casa. Ahí, un ataque de risa le invadió, se sentía un poco tonto al huir de los recuerdos de su niñez. Así que, después de tomar aire, siguió con su rutina, escuchando primero los mensajes de su contestadora.

El único era de parte de su madre, pidiendo que asistiera al funeral de la viejecilla. En ese momento, no pudo detener los escalofríos que subían electrizando a la vez todo su cuerpo, y erizándole los pelos al escuchar nuevamente:

—Siete, ocho, nueve; estoy más cerca de lo que crees

La muerte les jugo una mala broma

Juan Pablo Martínez y Eliseo Ramírez , eran dos amigos inseparables, que continuamente estaban en los antros de moda en busca de encontrar diversión, ese día, era 1 de Noviembre , unos días en donde se le da culto a la muerte en la ciudad de México y en todas las ciudades del país, el salir a divertirse se consideraba una falta de respeto para los difuntos, ellos hicieron caso omiso, a los reclamos de los familiares, salieron al sitio de moda, en busca de lo que todo joven de su edad busca y es conocer a las mejores mujeres del lugar.

Como era de esperarse, el lugar en ese día memorable, parecía un desierto, pero al parecer la suerte de ellos cambio radicalmente, cuando en la entrada vieron llegar a un par de damas, que incesantemente los miraban, como invitándolos a hablar, Juan Pablo, es más aventado de los dos, corrió a su encuentro, presentándose con las bellas chicas, ellas se dejaron mimar, y estuvieron parte de la noche, bailando sin parar, ellos se veían sorprendidos, nunca antes, dos mujeres tan bellas como ellas, que parecían modelos de pasarelas de las grandes revistas de moda , y se habían fijado en ellos, algo que no podían creer, pero si esto fuera poco, ellas los invitaron a seguir la fiesta en su hogar, una casa antigua, que estaba en una de las colonias de más renombre de la capital.

Fue el mejor de sus días, y después de unas horas, ellos se despidieron de las lindas mujeres, que acababan de conocer, pero de las cuales nunca se hubieran querido desprender, quedando de verse, al siguiente día, para volverlas a ver, al llegar a la mansión , en donde horas antes habían pasado uno de los mejores días de sus vidas, la casa ya no parecía lo mismo, se veía destrozada por fuera, era imposible, que no hubieran notado del deterioro del lugar, o quizás era demasiada la atención que les dieron a las damas, que el lugar paso desapercibido y no lo tomaron en cuenta.

Pero lo que sí, no se explicaban, eran las cadenas ya oxidadas por el tiempo, que tenía el lugar, tocando y gritando a sus amadas, para que los dejaran entrar, fue así como varios vecinos, salieron por todo el alboroto que estaban causando los jóvenes, en busca de que salieran de la casa, cuando se dieron cuenta, a palabras de los vecinos, que ese lugar, tenía muchas décadas de estar abandonado, y tan solo se sabía, que las hijas de un acaudalado hombre de negocios , se habían encontrado muertas, debido al escape de la tubería de gas, con lo que el padre de ellas, hundido en la tristeza abandono el lugar, paso mucho tiempo y nadie nunca en muchos años piso ese lugar, no se supo nada del padre de las chicas de esa lamentable tragedia.

Desde ese día, los amigos, cambiaron radicalmente, y fueron a pedir perdón a la iglesia, habían faltado el respeto al «día de muertos», y ellos por mucho tiempo dejaron de salir, como habitualmente lo hacían, por siempre se preguntaron si ese día, que fue de los más felices de sus días, lo habían pasado al lado de personas muertas, hasta que uno de ellos, busco en la red la historia del lugar, viendo que 20 años atrás, las dos damas que conocieron en el antro, eran las que habían muerto, en el mencionado lugar, todo quedo claro para ellos, la muerte les había jugado una mala broma, una historia de terror que ellos dos nunca olvidaran.

Historia de miedo Debajo de los puentes

El sol se escondía lentamente tras los altos edificios, dejando que las frías sombras ennegrecieran el paisaje. La gente volvía con prisa a sus hogares, antes de que la niebla les impidiera ver un paso enfrente de ellos. Suerte para aquellos que tenían auto o alcanzaban el transporte, mientras que otros tantos se dedicaban a caminar largas distancias entre calles, caminos y puentes.

La helada noche era apresada por el silencio, creando un tétrico panorama para los transeúntes, pero no había otra opción, más que seguir caminando. Así lo hacían Luis y Roberto, un par de amigos que vivían en el mismo barrio y se encontraban al salir de sus respectivos trabajos para no realizar aquel viaje solos.

Por seguridad, tomaban diversas rutas según la situación lo ameritaba, en esa ocasión decidieron ir por debajo de los puentes, que parecía el mejor iluminado, al menos por los cientos de coches que transitaban sobre ellos. En medio de su plática, ambos detuvieron el paso al escuchar a sus espaldas el ruido de un bulto contra el suelo , voltearon de inmediato y vieron una bolsa negra moviéndose, esperaban encontrar dentro algunos gatos o perros que alguna gente inconsciente acostumbra tirar por ahí. Pero la realidad era otra.

Al abrir la bolsa, eran solamente partes humanas cercenadas, uno de ellos cayó de rodillas volviendo el estómago, mientras el otro saltaba y corría alrededor lleno de pánico el cual solamente creció al ver que todos aquellos miembros se movían, tal y como si tuvieran vida propia, se dirigían hacia ellos, con una agilidad tremenda. Los brazos eran arrastrados por los dedos, dejando detrás solo un rastro de sangre, las piernas tomaban impulso y saltaban, mientras el torso rodaba exponiendo sus entrañas.

El chico que estaba de pie tenía toda la intensión de salir corriendo, pero no quería dejar a tras a su amigo que seguía tirado en el suelo casi muerto de miedo. La situación llego al tope cuando la cabeza salió del fondo gritando y chillando de una forma que jamás los chicos habían escuchado, tanto dolor, tristeza, miedo, frustración y venganza saliendo de aquella boca putrefacta y hecha pedazos.

No se necesitaba más para activar el instinto de supervivencia de cualquier de los dos muchachos que salieron disparados sin detenerse hasta llegar a su casa.

No querían contar lo sucedido por lo inverosímil que resultaba, pero finalmente decidieron reportar anónimamente a la policía que había un cuerpo metido en una bolsa debajo de los puentes. Al siguiente día en las noticias, se mencionó el hecho, pero solamente como una broma de mal gusto, que les hizo recordar cuando tres años atrás una chica fue encontrada en esas mismas condiciones.

La casa embrujada

Matías estaba muy orgulloso del rumbo que estaba tomando su vida, había empezado comprando una pequeña casa para repararla y después venderla a mejor precio. Tras unos años de realizar esta práctica de forma continua, se encontraba comercializando mansiones. Ahí estaba parado frente a lo que creía su mayor logro, un hermoso caserón de antigua fachada. Estaba esperando por su cliente, mientras admiraba los hermosos ventanales, y observó algo moverse en el interior. Tomó su celular, para llamar a las autoridades, pero vio entonces salir un par de pájaros por un hueco bajo las ventanas.

De inmediato subió hasta el segundo piso para hacerse cargo el mismo del desperfecto antes de que llegara su cliente, pues quería que todo estuviera perfecto para cerrar el trato al momento. Al abrir la puerta de la habitación en cuestión, sintió un viento frío que lo hizo tiritar. Pero de igual manera lo relacionó con el agujero en la pared, al avanzar un par de pasos más, notó que el hoyo no cruzaba hasta el interior, solo se encontraba por fuera y el viento era demasiado violento para provenir de alguna filtración.

Quiso entonces salir, pero se llevó un gran susto, pues la puerta se cerró súbitamente casi en sus narices, el golpe fue tan fuerte que no pudo abrirla; tras varios intentos empezó a agitarse, porque sentía en su espalda un gran escalofrió, y mucho más intensó fue al escuchar que alguien se quejaba dentro de la habitación.

No sabía si voltear o tirar la puerta, pero ninguna de esas opciones valió cuando escuchó hundirse la madera tras él y una voz cavernosa pronunció su nombre.

Se le fue toda la fuerza del cuerpo y cayó al suelo tan diluido como si no tuviese un solo hueso en el cuerpo, como si fuera tan solo un pedazo de gelatina, temblando igual que ella.

Por suerte su vista estaba demasiado borrosa para apreciar a detalle la horrible figura que se erguía ante él, en un intento desesperado por escapar por aquella cosa que lo asechaba , se tiró por la ventana… al volver en sí, con el rostro ensangrentado, miró hacia la ventana, y aquello estaba aún ahí.

Matías dejó entonces escapar sus sueños, supo que aquella casa ya estaba habitada y no tenía la sangre fría de exponer a alguna buena persona, a la misma experiencia que el acababa de tener… retiró el letrero, y cerró muy bien la puerta detrás de él.

El viejo ermitaño

Eso de trabajar para el estado ya no me estaba gustando; nos enviaron a las comunidades aledañas para levantar un censo y tuvimos que caminar entre los árboles para llegar hasta la casa de un viejo ermitaño, que era el único que faltaba. Por fortuna, no estaba muy internado en la arboleda, ya que no me interesaba mucho adentrarme en « El bosque de las ánimas «, ni siquiera reuní valor para preguntar sobre el origen de tal nombre.

En unos minutos, llegamos a una cochambrosa casa, llena de inmundicia y pestes desconocidas. Luego apareció un vejestorio, andrajoso y sucio. Los pies, parecían más bien pezuñas a falta de calzado y agitaba un una rama en su único brazo, amenazando con matarnos.

Johana, mi compañera, me clavó tan fuerte las unas que acabé gritando; el viejo se nos vino encima con más ímpetu, balbuceando mil cosas y causando nauseas con su asqueroso aliento. Por fortuna no miraba muy bien, así que los palos fueron para un par de árboles cercanos. Después de desquitar su coraje, nos dijo que siguiéramos hasta su jacal como si nada hubiese pasado, sin embargo mejor lo interrogamos afuera, con la debida distancia. Al terminar todas las preguntas, nos informó que aún había un habitante más en el poblado y era nuestra obligación incluirlo en los datos.

Entre otras cosas, dijo que se trataba de un habitante eventual, que solo venia cada diez años, y que estábamos de suerte porque se encontraba ahí. Nos dio indicaciones para llegar, pero luego soltó tremendas historias que lo dimos por loco; según sus relatos el supuesto morador del espeso bosque era un ser interestelar, que venía a la tierra para alimentarse y reproducirse.

Agregó también advertencias, no debíamos movernos bruscamente o hablar alto porque podríamos asustarle, causando que nos partiera en dos con sus enormes garras y succionara nuestras entrañas con las múltiples mangueras colgantes de su boca.

—¡Patrañas! —dije molesto por tal pérdida de tiempo y preparándome para marcharme.

—¿Porque no me crees muchacho imberbe? —Refunfuñó él agitando su rama— él es mi padre —agregó con una voz retumbante que movió los arboles cercanos…luego dejó salir de sus boca esas largas mangueras succionadoras, para que no tuviéramos duda de lo que decía.

El árbol del vampiro

La literatura nos indica que los vampiros son seres mitológicos que provienen principalmente de las regiones de Europa del este. Sin embargo, la gente de los otros cuatro continentes tiene sus propias historias de terror sobre estas criaturas.

Hablemos de un relato que ocurrió en Hunan China. Se dice que a fines del siglo XIX allí vivía un hombre anglosajón que invariablemente vestía de etiqueta. Además portaba un gran sombrero de copa y un bastón de color negro.

Las personas que llegaban a ver su rostro, quedaban estupefactas, ya que aseguran que el tono de su piel era más blanco que la leche, mientras que de su boca se asomaban un par de afilados colmillos.

El horario favorito que tenía este individuo para salir a la calle era a partir de las 11 de la noche, mientras el regreso a su domicilio lo emprendía a más tardar a las tres de la madrugada.

Después de unos cuantos años, un extraño fenómeno comenzó a ocurrir en el pueblo. Varios animales de granja comenzaron a desaparecer, sólo para encontrar sus cadáveres a los pocos días completamente desangrados descansando a la orilla del lago.

– ¿Qué clase de criatura infernal podrá querer la sangre de nuestras bestias? Se preguntaban los granjeros.

A partir de ese momento, varios de ellos montaron guardias nocturnas con el fin de descubrir al ladrón. Finalmente uno de los cuidadores logró dispararle en una pierna a un individuo que trataba de robarse unas ovejas.

De la boca del ladrón salieron chillidos como los de un murciélago, mientras éste trataba de perderse entre los arbustos, iluminado por un profuso manto de estrellas. Tras de sí, iba dejando un gran rastro de sangre.

Sin embargo, ese vital líquido no era del tono habitual que todos conocemos (es decir, rojo) sino más bien de un color violeta.

La persecución continuó hasta que los primeros rayos del sol comenzaron a asomarse. El vampiro trató de taparse las manos y el rostro con su abrigo, pero ya era muy tarde. Su piel albina se tornó verdosa.

Después uno a uno los huesos de su cuerpo comenzaron a asomarse. Lo increíble fue que tanto su vestimenta como su esqueleto quedaron convertidos en cenizas.

Dejaron los restos allí, con la esperanza de que todo aquello se lo llevará el viento. Sin embargo, a la semana siguiente empezó a brotar un árbol de las profundidades de la tierra.

Su corteza era roja y parte de sus hojas tenían espinas. Unas personas trataron de derribarlo, pero dejaban atrás sus intentos al percatarse de que al darle hachazos al tronco, brotaba sangre.

Otros más rodearon el tronco del árbol con una capa de un grueso concreto y en la parte encima colocaron un techo de lámina para evitar que el agua de lluvia lo pudiera alimentar. No obstante, el árbol continúa creciendo con normalidad hasta la fecha.

Las leyendas de terror de oriente expresan que si esto llega a suceder, probablemente se trate del alma del vampiro que poco a poco se está regenerando y al mismo tiempo esperando el momento exacto para emerger de nuevo a la superficie con amplia sed de venganza.

Camino peligroso

Por más que me negué a presentarme en la tercera boda de la tía Edith, al final, no tuve más que aceptar. El tiempo no me ajustaba para llegar después de salir del trabajo, así que tomé el camino más rápido, aunque este fuese también el más peligroso.

La carretera estaba desierta, solo alguien medio loco transitaría en ese terreno montañoso por la noche en plena tormenta de nieve. Cada vez que pasada por un pueblito, pensaba en quedarme y no asistir al fastidioso evento, pero entonces tendría que pasar la vida con los reclamos diarios de mi madre y eso me atemorizaba más que patinar el coche en el asfalto.

Faltaban tan solo unos cuarenta y cinco minutos para llegar, cuando mi coche se detuvo así nada más , dejándome tirado en medio de la nada, tome el móvil para pedir que alguien viniera a recogerme, pero estaba sin cobertura. Sentí un poco de alivio, finalmente me había librado del compromiso, y no fue mi culpa, no podrían argumentar que no lo intenté.

En unos segundos, los cristales se empañaron, el frio era tremendo, pero tenía que bajar a empujar el auto fuera del camino; fue entonces que me di cuenta que estaba en medio de un poblado, el cual no noté debido a su nula iluminación. Entonces después de mover el coche, me di a la tarea de buscar un refugio mejor.

En ninguna de las puertas a las que llamé hubo respuesta; empezaba a helarme la sangre, así que me di la vuelta para regresar al auto, y entonces la vi. Ella estaba parada junto a mi coche, inmóvil, observándome fijamente; llevaba un camisón blanco, y estaba descalza sobre la fría nieve. No atendía a mis saludos, así que supuse que algo le había pasado y caminé rápidamente para ayudarla.

Al acercarme, empecé a distinguirla mejor, su ropa estaba sucia, su cabellera desarreglada y sus ojos no estaban , solo unas enormes, oscuras y vacías cuencas que me fueron la razón suficiente para huir de ahí, sin embargo, mi cuerpo no estaba de acuerdo, pues no quiso responder a mis impulsos, dejándome clavado en la nieve como una simple estaca, mientras ellas se acercaba a mí, alzando sus brazos, gritando y chillando como animal herido de muerte. Creí que ahí terminaban mis días, sus manos más frías que la nieve, presionaban mi cuello con fuerza sobrehumana, apenas podía distinguirla frente a mí, estaba a punto de perder la conciencia, pero una fuerte luz brilló de pronto, quitando los nubarrones de mis ojos.

Cuando al fin pude ver con claridad, esa horrible mujer se había esfumado, y detrás de la cegadora luz venia un anciano, reprendiéndome por transitar en tales condiciones por caminos encantados. Y yo que pensaba que la gente lo evitaba tan solo por las peligrosas curvas y barrancos.

No mires bajo la cama

No mirar debajo de la cama era el consejo que Tomas recordaba de su hermano mayor, pues debajo de ella, había monstruos, criaturas extrañas en busca de niños curiosos para saborear o raptar, esperando usarlos como mascota en el mundo oscuro. Con una advertencia así, se mantenía a raya, y por supuesto muy asustado.

Pedía que lo acompañaran hasta el pie del mueble, o pasaba corriendo, saltando desde lo más lejos posible tratando así de evitar que algo le tomara de los pies.

Una noche, sin querer, de tanto moverse, la manta se corrió un poco, y sintió el frio, quiso jalarla, pero al parecer estaba atorada con algo, en el segundo intento puso tanta fuerza, que pegado a la cobija, vino también aquello que la detenía, se trataba de una mujercita graciosa, con apariencia de anciana en miniatura. Esta señora le daba golpes al niño para que soltara la manta, pero lejos de herirlo, le causaban cosquillas, ya que lo hacía con una diminuta rama que le servía de bastón. Después de un rato de forcejeos, llegaron a un acuerdo, Tomas cedió la frazada y la viejecilla se fue contenta por debajo de la cama.

La mañana siguiente, el niño empezó a dejar objetos y comida debajo del mueble, para cuando veía de nuevo, ya no estaba ahí lo que había puesto, pero días después, cuando miraba, tenía un objeto, alguna extraña manualidad que el chiquillo conservaba con gusto. Se podía decir que se hicieron amigos, y por las noches, la viejecilla subía a arroparlo. Cuando el hermano mayor se dio cuenta del ritual del niño, quería ver que había debajo de la cama, así que levantó la sabana, y ¡ahí estaba!, esa horrible cosa llena de dientes, con cientos de tentáculos que se movían intentando atraparlo, se saboreaba desde la distancia, el chico intentó correr, pero el monstruo ya lo tenía atrapado. Jalándolo hacia el mundo oscuro.

Jamás he creído que los monstruos vivan debajo de la cama, y ahora mucho menos, debajo de la cama solo te espera lo que mereces , por eso debes ser bueno.

Historia de la página del Diablo

Había escuchado mucho sobre aquella mítica página. Un sitio dedicado por completo a las artes demoniacas , donde podían verse posesiones, invocaciones, sesiones en tiempo real, el paso de distintos demonios a nuestro plano existencia, y por si fuera poco, se encontraban también todas las instrucciones precisas de cómo hacerlo ellos mismos, en la comodidad de su hogar. Además, había un apartado por demás exagerado, en el cual se hacía un pacto online con el Diablo.

Lo extraño de todo esto, es que todas las personas que solían hablar de ello, no tenían ni la mínima idea de la dirección web de sitio, por lo que muchos pensaban que no era más que un cuento como muchos otros, una simple leyenda urbana que tenía más datos descabellados que ciertos. Sin embargo, la voluntad de Daniel por dar con aquella página era muy fuerte, y bien dicen que: «el que busca encuentra», después de un mes de investigación y de surfear los sitios más extraños que puedan hallarse por la red.

En una simple y llana ventana emergente, apareció casi por sí solo, como si tuvieran que cumplirse ciertos requisitos de navegación y basándose en estos hábitos, se obtuviera una invitación para entrar.

Para desbloquear el acceso había una pregunta y advertencia sencilla: «Entrar a este sitio, implica entregarte al Diablo…¿estás de acuerdo?, pero no había botones para elegir si o no. En su lugar, la mente del tipo era invadida por un bombardeo de imágenes en las cuales, obtenía una gota de sangre de su cuerpo y la ponía en la pantalla.

Entonces así lo hizo…y aquellos terribles gritos de dolor, angustia y miedo invadieron su habitación, cientos de videos se reproducían al mismo tiempo, mostrando grotescas escenas de almas torturadas por distintos demonios , gente realizando extraños rituales y demás. Tan solo pasaron unos segundos, y para él ya había sido suficiente, con lo que vio no podría dormir el resto de sus días.

La ventana no tenía ninguna «X» para cerrarse, detener el proceso no sirvió de mucho… apagar la computadora y desconectarla, tampoco dio resultado, aquellas aberraciones seguían mostrándose, pasando por un momento de estática, en el cual se materializó un ser humanoide desprovisto de piel y empezó a salir de la pantalla. Por la posición que el chico mantenía, fácilmente pudo haberlo tomado del cuello y llevarlo consigo, pero en lugar de eso; el demonio fue saliendo lentamente, mostrando su macabra sonrisa llena de filosos dientes, saboreándose del muchacho.

Le hacía saber su horrible futuro solo con gestos, y dejaba que el aire se impregnara con el miedo de Daniel, quien habiéndose entregado al Diablo desde su inicio, había pasado a formar parte del elenco, como otros cientos de curiosos cuyos videos servían para atraer a nuevos miembros.

Los visitantes

Al volver de mi viaje con el nuevo ganado, mi familia me dio la queja de ruidos en los campos a altas horas de la noche. Para mí era algo normal, no faltaba el grupo de chicos que encontrara divertido meterse entre las siembras para jugarse bromas entre ellos o en el peor de los casos a nosotros.

El comisario no solía hacer mucho al respecto, así que solo me quedaba montar guardia junto a mis hijos y ahuyentarlos aunque fuera a palos. Cuando el mayor vigilaba, vino adentro sin color en su rostro, ni siquiera podía hablar; sus manos temblorosas me hicieron saber que algo andaba mal, él era incluso más valiente que yo, no entendía que podía asustarlo tanto.

Con escopeta en mano, me dispuse a salir de la casa, pero las manos de mi hijo tomándome fuerte del brazo me impidieron hacerlo, otra vez no dijo nada, pero la mirada en sus ojos me advirtió que no fuera. En su lugar, nos asomamos por la ventana, él me indicó con sus dedos hacia donde mirar.

En un principio solo eran las ramas moviéndose, pero en cuanto «eso» se incorporó, hasta la respiración olvidé; estábamos viendo un ser grisáceo y flaco que fácilmente alcanzaba los tres metros, parecía que buscaba algo, y en cada paso venia más cerca de la casa.

Yo solo volteaba a ver al resto de mi familia, no sabía qué hacer, ¿Cómo saber?, ni siquiera entendía lo que estábamos viendo, mucho menos lo que vendría después. Con cada uno de mis confusos pensamientos, únicamente le daba tiempo de acercarse, hasta llegar al portal de la casa.

La mirada de mi hijo se clavaba en la mía buscando una respuesta; yo no pude hacer otra cosa que levantar la escopeta y apuntarle, pero en ese momento, la criatura emitió un chillido intenso con el cual nos sangraron los oídos y perdimos por un momento la razón.

Al volver a estar conscientes, solo lo vi alejarse en medio del campo, junto a otros tres más como él, hasta perderse en una cegadora luz allá a lo lejos. Mi primera reacción fue tomar a mi familia para salir de ahí, pero las ramas del campo seguían moviéndose, no supe cuántos más de esos había, o cuales eran sus intenciones. Así que tuve que arriesgarme hasta el amanecer.

Teníamos tanto miedo de contar lo sucedido, pero esa noche no solamente visitaron nuestra granja, si no la de decenas de personas más a las que conocíamos y esa era la plática del día. Se dieron miles de teorías y soluciones, los muchos regresaron a sus granjas, pero yo no podía arriesgar así a mi familia.

Hoy vivimos en la ciudad y hace poco tiempo supimos que tras desaparecer el ganado de forma misteriosa, después empezaron a desaparecer personas. Afortunadamente salimos de ahí a tiempo, aunque todavía no puedo cerrar los ojos sin ver aquel horrible rostro.

La casa en el fondo del callejón

Era yo apenas un niñito cuando nos mudamos a aquella enorme y vieja casa. La forma en que la construyeron la hacía parecer un laberinto, más de una habitación tenía que cruzarse por completo para llegar a donde queríamos, ir al baño era completa una odisea, cruzábamos el patio, un corral construido por el ultimo dueño, y allá hasta el fondo, escondido entre unos espesos matorrales estaba el baño.

Sobra decir que para mí era una cosa terrible transitar por ahí solo, era la parte más oscura de la casa gracias a los frondosos árboles que siempre se estaban moviendo hiciera o no viento, algunas veces hasta podía escuchar a las hojas susurrar mi nombre y las luces entrecortadas que se colaban entre sus ramas, me jugaban pasadas. Más de una vez me tuve que aguantar las ganas al no encontrar quien me acompañara por esa travesía. Sobre todo porque al dar un paso fuera de la casa, la puerta detrás de mí rechinaba incesantemente amenazando con cerrarse y dejarme atrapado ahí , porque solo abría por dentro.

Era tanto mi temor por esa zona de la casa, que pronto mis hermanos se dieron cuenta y me hicieron aquella terrible jugarreta que hasta hoy no he podido olvidar, los muy bribones cerraron la puerta a propósito, dejándome afuera, en ese horrible patio. Lloré y pateé hasta quedarme sin fuerzas, pero ellos solo reían; tirado ahí, me aseguraba de darle siempre la espalda al feo paisaje, queriendo pensar que realmente no estaba ahí, pero no funcionó, el silbido de las hojas pronunciando mi nombre no me dejaba concentrarme en un momento feliz para sustituir aquella pesadilla, volteé para gritar a los árboles que callaran, y los descubrí realizando una danza macabra que servía de fondo a la aparición de una anciana pálida y enojada , que maullaba abriendo tanto su boca que por un momento parecía que en lugar de cabeza solo tenía un profundo y oscuro agujero…

La puerta aún conserva las marcas de mis uñas, de haber tenido solo un par de minutos más, posiblemente la habría atravesado con mis sangrantes manos, tan solo por la desesperación. No intenté comprender lo que estaba viendo, yo solo quería escapar.

En ese momento mis gritos fueron tan intensos, que una de mis hermanas mayores escuchó y vino a ver lo que pasaba… a veces pienso que no debió hacerlo, pues aquel terrible espíritu que flotaba el dirección a mí, atravesó su cuerpo en el momento justo en que abrió la puerta, solo pude ver que se desprendía de ella un vapor antes de que cayera al suelo, y después de eso… jamás volvió; su cuerpo estaba ahí, respiraba, comía, pero no hablaba, no nos veía, era como si no estuviera ahí, tan solo un envase vacío…le arrebataron su esencia.

Tiempo después nos enteramos que esa vivía una viejecilla enferma, que solo se hacía acompañar por decenas de gatos. Los vecinos todo el tiempo intentaron echarla por la terrible peste y suciedad que provocaban los animales y que ella ya no tenía la fuerza para asear, sin embargo, ella firmemente repetía una y otra vez: —¡ni muerta me alejaran de aquí!—.

Cuando murió todos sintieron alivio, sin embargo ella era mujer de palabra, cumplió su promesa y esa casa en el fondo del callejón, sigue siendo solamente suya.

La carroza de la muerte

Rodrigo era un verdadero patán con su madre, habiendo aprendido esa actitud de su padre, tenía todas las tablas, una de las tantas noches que se le ocurrió llegar borracho a casa, fue a curar la embriaguez con su pobre madre, una señora ya muy acabada, no por la edad, si no por los malos tratos de la vida y el trabajo duro. El muy desconsiderado llegó borracho, gritando, pateando y maldiciendo, le echaba en cara a la pobre vieja lo mucho que había tardado en morir. Los vecinos escucharon un poco de la discusión y a sabiendas de lo indefensa que estaba la mujer, ellos mismos se encargaron de echarle al mal hijo fuera de la casa.

Al siguiente día, las metiches y chismosas del barrio, hicieron su reunión obligada en la esquina de la calle, para contarse a unas a otras mil versiones diferentes de la misma historia, pero solo una de ellas, crispo los pelos de los demás. La más persignada santurrona del grupo, dijo que había escuchado transitar por las empedradas y angostas calles a la mismísima carreta de la muerte. Aquella a la que no le rechinan las ruedas, si no que se oye en cada vuelta el lamento de un alma torturada.

Estaban todas muy consternadas, cuando Rodrigo aun hundido en su borrachera, apareció para seguir el escándalo, pateaba la puerta de la casa reclamando a su madre haberlo ido a buscar hasta la casa de su compadre donde se había quedado. Pero eso no era del todo cierto, ya que después de la escena del día anterior, la vieja había quedado en cama, y era hora que no se levantaba.

Fue entonces que el grupo de las chismosas le advirtió el peligro que rondaba por las calles, pues cuando la carroza de la muerte anda cerca, no se debe salir a la calle, y él tan acostumbrado a la vagancia, fácilmente podría ser confundido con la persona que la muerte andaba buscando y ganarse un corte de su guadaña. Pero así como era el chico de briago, también lo era de incrédulo e irreverente, y solo se rio de las viejas gallinas y sus supersticiones.

Por la noche cuando todos se había atrincherado ya en sus casas, por si o por no, uno nunca sabe, lo único que se escuchaba por las calles, era la fiesta del borrachín Rodrigo, cantaba muy alegre, bien fuerte para que todos lo escucharan, pero de pronto un horrible grito horrible rompió el silencio de la noche nerviosa, un viento fuerte sopló y abrió de una todas las puertas y ventas de las casas en esa calle.

Rodrigo corría con la quijada desencajada y entonando aun aquel lastimero grito. Quienes pudieron verlo de cerca, dijeron que llevaba una mueca de terror en los ojos, pero no quisieron averiguar más ya que a muy corta distancia se oían los conocidos quejidos de la carreta de la muerte , hasta podía sentirse el calor del fuego que los caballos llevaban en sus fauces.

Dicen que encontraron a Rodrigo en el portal de la casa de su madre, había rascado la puerta queriendo entrar, pero la pobre vieja estaba en cama por su causa, si él no hubiese sido tan grosero, ella seguramente lo hubiera salvado aquella noche.

La horrible cosa del maizal

Con los nervios de punta, avanzaba entre los maizales; en momentos se detenía y caminaba hacia atrás, invadido de un pavor aberrante, pues a unos cuantos metros, enormes tentáculos revoloteaban chorreando un líquido verdoso por las ventosas.

Ya había escuchado antes de animales extraños que se estaban descubriendo alrededor del mundo, pero la sustancia brillante que expedía, era de un color que jamás había visto en su vida, ni las mejores lámparas de aceite de la época iluminaban el prado como eso lo hacía.

Por un momento, sintió que la tierra iba a tragárselo, pues vibraba más que al estar cerca del paso de un tren, casi pudo jurar que el fango bajo sus pies palpitaba al ritmo de los latidos de la bestia que chillaba tan solo unos pasos delante de él.

Convencido estaba que se acercaba a su muerte, tal vez sería devorado o si corría con suerte, simplemente aplastado por aquel maligno ente, aun así, seguía avanzando a su encuentro, solamente armado con su horca, sin duda era un hombre valiente, estaba ahí para enfrentarse a lo desconocido, y lo haría mil veces si fuese necesario, todo por proteger a su familia.

Solo era necesario mover las últimas hojas para quedar frente a la extraña criatura; la cosa ya había notado la presencia del hombre, pero no le inmutaba mucho, sus tentáculos seguían agitándose, pero cada uno por su lado, como dueños de vidas propias, posiblemente estos se encargarían de proteger a la criatura en caso de ser necesario.

Con su arma en todo lo alto, movió las hojas frente a él, listo para atacar… pero no pudo hacerlo, la tierna voz del más pequeño de sus hijos diciendo:

—Papi… ¿qué es eso? —le obligó a darse la vuelta, y al ver al niñito justo un paso detrás de él, se arrojó para proteger su cuerpo, antes de que lo alcanzara uno de los tentáculos… sus esfuerzos fueron suficientes, la horrible cosa el maizal, tomó al hombre como bocadillo , para degustarlo en presencia de su inocente hijo.

La Historia de Judy

Judy era una niña tierna, amable, sonriente, con mucho amor para el prójimo especialmente por los animales, llena de sensibilidad enfocada al arte en todas sus expresiones, desde sus esculturas de plastilina, hasta la belleza capturada en un dibujo hecho a mano. Convertía cualquier momento o vivencia en una hermosa obra de arte.

Al cumplir 8 años, las cosas empezaron a cambiar un poco, había ocasiones en que ella desaparecía por horas, sin recordar donde había estado, que había hecho, o cualquier detalle que diera cuenta de lo sucedido, su actitud se mostro distinta también, su interés en el mundo que la rodeaba se perdió, junto con su amor por el arte, no había dibujos, esculturas, ni sonrisas. Poco a poco se empezó a alejar de su familia, pasaba días enteros encerrada en su cuarto, sin querer hablar con nadie y parecía molesta por todo.

Un día me quedé a dormir en su casa, Judy su hermano y yo estábamos en la misma habitación, sus padres en la de al lado, ella se veían algo nerviosa, mirando hacia la puerta y la ventana, de pronto un poco asustada, dijo que el “chupacabras” estaba viendo desde la puerta y quería entrar.

De un salto su hermano ya estaba en la puerta cerrándola, pero ella no quitaba la vista de la ventana diciendo que entraría por ahí. Después de cubrir la ventana para que no se viera nada hacia fuera o alguna luz pudiera entrar por ella, Judy cayó dormida sintiéndose más segura, nosotros velábamos su sueño por si la “pesadilla” volvía.En un tiempo que nos pareció razonable decidimos dormir también.

Mientras nos cobijábamos se escuchó en la ventana un –click,click- como si la rama de un árbol movida por el viento golpeara la vidrio, pero, ahí no había arboles, el sonido no cesaba, se hacía cada vez mas fuerte e insistente, como si alguien tocara desde afuera solo con su uña, jugando a los valientes como jóvenes que éramos entonces, corrimos un poco la cobija con la que habíamos tapado la ventana, ¡No había nada! , en el momento en que la solté el instante pareció eterno y en cámara lenta, una par de manos grises escuálidas, con dedos muy alargados se tomaron de los barrotes de la ventana, dándose impulso con ellas lentamente una masa gris se asomo por debajo del marco, sus grandes ojos negros nos vieron fijamente, y quedamos inmóviles, al ver su rostro, con apenas una línea en lugar de boca, dos fosas por nariz…

Subió una pierna, después la otra para pasar entre los barrotes porque era muy delgado, al tocar con el vidrio de la ventana su cuerpo se vio como la interferencia en la televisión, atravesó sin problemas, se paró junto a la cama de Judy , nosotros habíamos retrocedido sin darnos cuenta cuando el avanzaba y observamos su forma detenidamente, era como un niño, no más de un metro de estatura, delgado, con la cabeza grande, estaba desnudo, su piel era gris y babosa, lo sé porque lo toqué, al momento en que el tomó a la niña del brazo, la jaló muy rápido como si quisiera llevársela a rastras por la ventana, estiré mi mano y lo sujeté por la cabeza, mi miedo era muy grande porque no podía soltarlo, mi mano se cerró muy fuerte, la levanté pero él seguía pegado a ella, pataleaba muy fuerte, yo gritaba y entonces con sus chillidos tres mas de ellos se metieron por la ventana de la misma forma, el hermano de Judy corrió hasta ella solo alcanzó a tomarla del pie, pero esas criaturas eran muy fuertes, uno de ellos la tomó a la misma vez por el brazo y los jaló con tal facilidad como si se tratara de un par de trapos, los otros se encargaron de que su hermano la soltara y le quebraron las dos muñecas, el que estaba en mi mano se soltó o no sé si yo lo hice, pero salieron por la ventana, subieron por la barda como arañas, y la saltaron sin problemas, salimos de inmediato tras de ellos, pero el camino fue demasiado largo, había que salir del cuarto cruzar el comedor y la sala hasta llegar a la cocina, donde había una puerta con un pasillo largo que nos lleva hacia fuera, me subí sobre la lavadora, pero ya no pude ver nada.

Judy desapareció por dos días, después de eso, en sus dibujos vimos el cambio, en ellos solo había sangre, maldad, demonios, y estas criaturas grises siempre presentes…

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