30 Cuentos inventados de terror llenos de miedo y suspenso

El Puente Negro
El Puente Negro

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Indice

Un día extraño

Anoche no pude dormir, me acosté temprano porque estaba cansado, pero solo di vueltas en la cama, cuando por fin pude cerrar los ojos, la alarma sonó, sentía como si hubiera pasado toda mi vida dormido, no tenía ganas de levantarme aun porque a pesar de que la noche fue calurosa, hoy se siente un frio que llega hasta los huesos, afuera está nublado , por eso parecía más temprano al sonar el despertador, creo que toda la gente se siente igual que yo porque no se escucha el acostumbrado bullicio de las mañanas, hay tres escuelas por mi calle, un parque industrial al lado, es raro que no se escuche ruido, ni siquiera los perros ladran y yo tengo cinco.

Esto no me está gustando algo raro sucede , tampoco se han levantado los demás… pero; ¿Dónde están?, sus camas están vacías, no se ven en el patio, mi madre tiene tos, no puede salir con este frio… me voy a poner una chamarra para salir a buscarlos, puede haberse puesto mal y yo no me di cuenta, mejor les llamo al celular, mmm… lo dejaron en la mesa, tal vez salieron rápido, mejor me doy prisa. ¿Pero qué…?, hay algo baboso pegado en mis zapatos, está bien pegajoso no me deja caminar, que asco, parece un moco gigante. Bueno voy con la vecina, si algo pasó ella siempre se entera porque le piden aventón, ahí está su carro, la puerta de su casa está abierta, nadie responde a mis gritos, voy a entrar. Agrrr, esa cosa babosa otra vez, cae del techo… hay muchos capullos transparentes con algo dentro, voy a abrir uno con ese palo. Ahhh…Ahhh… es el cuerpo de mi vecina embarazada , su piel esta transparente, se le puede ver el bebe dentro, ¿Qué hago?… voy a romper todos los capullos, cielos, cuantos cuerpos, espero no encontrarme a mis padres aquí.

Alguien respira, ¿Dónde estás?, tranquila yo te ayudo, estas bien, tu bebe está bien, no te preocupes por nada. Cielos esta vomitando esa cosa verde asquerosa, se mueve, se me sube por el cuerpo, me está atrapando, me envuelve, crece… ¡Me quiere convertir en un capullo!, yo mejor me voy. Apenas pude escapar.

Hay muchos gritos, ¿Qué es eso?, unas monstruos grises, muy corpulentos y obesos están arrancando los capullos de los techos, los llevan arrastrando hasta la mitad de la calle, los abren con las garras, también abren a la gente a la mitad, les sacan una larva dientona… aquel echó a mi hermana en un costal, es mejor que vaya por ella, aun no está trasparente, no tiene nada dentro. Echan gente en un barril enorme, las están machacando con un mazo. No soporto los gritos, se descuidó aquel, ya tengo el saco con mi hermana…

Nos esconderemos entre el techo de la casa, desde aquí pude verse todo, están alimentando a las larvas con la gente machacada, no entiendo nada, no sé qué pasa, pero el sol está saliendo, y ellos se van arrastrando los capullos, con las personas en los costales, y muchas larvas, solo dejaron atrás los cascarones de gente. ¡Qué día más extraño!. No quiero que vuelva a estar nublado nunca más.

El Agua de Vida

Tras la muerte de un tío lejano que ni siquiera tuvo el gusto de conocer, Gerardo heredó una de sus propiedades, una gran casa , en medio de un predio enorme, que aunque estaba algo descuidada valía más de lo que él y su pareja podían soñar. Con la terrible situación económica que vivían, no dudaron en vender su casa para mudarse a aquella enorme construcción y restaurarla ellos mismos, con la idea de venderla al mayor precio posible.

Lo primero que hicieron fue recorrer la casa por completo para saber que tanto trabajo les constaría, al menos no había mucho que sacar, la falta de muebles era evidente. Pero para su sorpresa el sótano, que era dos veces el tamaño de la casa, estaba lleno de barriles , y botellas de licor, que probaron con gusto.

Fueron tantos los tragos que dieron esa noche, que quedaron dormidos ahí mismo, y se despertaron a media noche, porque las luces de toda la casa se apagaban y encendían, como si hubiese un gran corto.

Tras varios días trabajaron en la restauración, hicieron una gran fiesta con todos sus amigos y algunas otras personas interesadas en comprar la propiedad, sirvieron el vino de los barriles, esa noche se acabaron más de seis, y al terminar la reunión estaban muy contentos por las ofertas recibidas, cuando uno de los meseros les dice que no han podido aun sacar los barriles porque están muy pesados, que necesitaban una mano, entonces un par de amigos que aun seguían en la casa acompañaron a Gerardo hasta el sótano, tomaron entre todos el barril, pero este se les cayó, y al romperse, vieron con espanto que lo que seguía dentro era el cuerpo de una jovencita , rompieron los demás barriles vacios, y encontraron más gente muerta en ellos.

Todos estaban en la misma posición, acurrucados como bebé en el vientre y debajo de los barriles había fechas, que se marcaban desde los 1500 hasta el 2000.

Cuenta la leyenda que revisando en las pertenencias de su tío encontraron un diario, en el cual descubrieron que había vivido más de 500 años gracias a aquella Agua de Vida que el mismo preparaba, que había suficiente para que una familia completa tuviera el mismo destino que él, así que Gerardo volvió a reunir a todos aquellos que esa noche presenciaron el contenido de los barriles, les ofreció la inmortalidad a cambio de su silencio y todos aceptaron, ahora curan todos sus males, bebiendo la vida de alguien mas.

Mientras Dormimos

Las peores noches en la vida de alguien son aquellas llenas de pesadillas en las cuales por más que intentes despertar no puedes hacerlo, se dice que en los sueños uno tiene el completo control y pude hacer lo que sea, pero en las pesadillas… en las pesadillas eres presa de los mas ocultos de tus miedos o los peores momento que puedas imaginar, estas indefenso… a merced de todas esas criaturas que aprovechando que estas distraído entran en tu cuerpo para tomar control de él en un mundo en el cual tú no tienes voz ni voto.

Dicen mucho que las pesadillas son procesos del cerebro, pero muchas veces no es verdad, en este mundo existen más cosas de las que podemos ver o entender, muchas de ellas están más cerca de lo que creemos, nos vigilan todo el día, a veces si pones atención puedes escucharlos murmurar, hablan entre si todo el tiempo, cuando cierras los ojos justo en ese instante en el que vas a caer dormido, “ellos” se revelan ante ti, puedes verlos, escucharlos, sentirlos y hasta hablar con ellos.

Uno cree que alucina o sueña, pero es solamente que estas en un estado en que eres más sensible y perceptivos, cuando la razón no entorpece tus sentidos y puedes ver más allá de lo lógico y creíble.

Seguro te ha pasado más de una vez que cuando intentas dormir de pronto sientes que caes por un vacio y tu cuerpo ¡salta! de la cama, no es otra cosa que ellos jalándote hasta su mundo para que los alimentes con tu miedo, te sujetan por los pies con sus manos frías, atan tus manos a sus cuerpos fétidos y descompuestos, callan tu voz vomitando sus babas en tu boca y por más que intentes gritar para que alguien te despierte no puedes lograrlo.

Miles de manos desgarran tu ropa, te arrancan la piel para comerte a pedazos…

Cuando llegas al fondo te esperan otros tantos para dejarte en tu cabeza recuerdos que no saldrán de ahí jamás, puedes verlos, si tienes suerte son solo sombras borrosas, si no observandolos con detalle te das cuenta que una vez fueron como tú, pero ahora sus rostros expresan sufrimiento, maldad, se les desfiguran como muñecos de cera bajo los rayos de sol, derriten sobre ti… exhalan su aliento frio y ensangrentado empanándote los ojos…

Ten cuidado cuando vas a dormir, busca de donde sujetarte bien, para que no puedan jalarte hasta allá…

La Máscara

Esa noche me encontraba en extremo contenta porque mis padres saldrían de fiesta y por fin podría ver aquel baúl que mi abuela nos dejó como herencia antes de morir, y que mi madre había arrumbado en el ático sin dejarme ver el contenido.

Los vi marcharse desde la ventana de mi habitación, y de inmediato subí a revelar todos aquellos secretos que me permitirían conocer a mi abuela, con la que poco conviví. Parecía que ella era amante de teatro o fue una gran actriz, porque había en aquel baúl un par de hermosos vestidos de época, con accesorios brillantes y vistosos, llamando mi especial atención una máscara verde , adornada a mano al parecer.

La llevé hasta mi habitación, el mejor lugar que se me ocurrió para tenerla cerca de mí, sin que mi madre se diera cuenta, fue dentro del armario, me dispuse a dormir, ya con la emoción de algún vínculo con mi abuela.

Pero aun no cerraba los ojos cuando escuché una voz tenue que venía desde dentro del armario, y dijo: -Un vaso…- , al finalizar la voz, un fuerte sonido de algo al quebrarse se oyó en la cocina, con un poco de incredulidad, fui a ver lo que pasaba, y el vaso que dejé sobre la barra había caído al piso, subí las escaleras con prisa, y esta vez un poco más fuerte, la voz dijo –Un plato…- y se estrelló contra la pared el plato donde lleve un poco de pizza a mi habitación.

Una risa incomoda se escuchaba provenir del armario, así que me acerqué muy lentamente, casi midiendo mis pasos, la puerta del armario estaba entre abierta, al estar muy cerca me golpeó la cara porque se abrió bruscamente… la máscara flotaba dentro del armario, con una sonrisa bien marcada que antes no pude apreciar, parecía mirarme fijamente mientras de entre sus labios Salió la frase: – La niña… – sentí que me sofocaba, mientras un humo verde me rodeaba, la máscara se hundía en carcajadas siniestras… no tuve noción del tiempo, pero para mí fortuna era bastante tarde y mis padres ya estaban llegando, al ver aquellas destellos verdes en mi habitación, junto al alboroto de mis pataleos, corrieron a mi lado, mi Madre golpeo la máscara con un cojín y pareció perder la concentración, salió entonces en un vuelo rápido por la ventana mientras mi Madre decía – Tu abuela perdió la vida atrapándola en aquel baúl, y ahora tú la haz liberado-.

No me aterró tanto la expresión de enojo y decepción de mi madre, como las palabras de la máscara que al marcharse de mi vista decía –Me vengaré…- , no sé si esa frase venia directo a mí, a mi familia, no sé cómo, ni porque, en realidad no sé nada, porque mi Madre no quiere tocar el tema, solo veo en sus ojos la desaprobación por mis actos y una terrible angustia. Igual a la mía al pensar que volverá.

El pozo

La comunidad de “los Rosales” había tenido ya sus días mejores. Debido a la mala administración de los recursos por parte del gobierno, esta región tenía demasiadas carencias.

Les hacía falta prácticamente de todo, desde caminos pavimentados hasta servicios básicos tales como la luz y el agua.

Por esa razón, todas las mañanas doña Leticia tenía que recorrer una distancia de aproximadamente 2 km para poder llegar al río y así llenar un gran recipiente de madera del vital líquido.

Infortunadamente un día Leticia enfermó gravemente y no le quedó más remedio que mandar a su hijo a realizar esta labor. Carmelo (ese era el nombre del muchacho) ya había cumplido los 14 años de edad, por lo que a primera vista parecería que no era una tarea muy difícil la que su madre le solicitaba. Sin embargo, había un grave problema. Carmelo tenía serias dificultades para caminar, hecho que suponía un contratiempo.

Pese a todo, Carmelo estaba decidido a llevar a cabo esa encomienda. Cogió el balde y lo ató a su espalda, tomó dos varas y las usó como muletas. El estaba muy consciente de la situación y sabía que quizás le llevaría varias horas llegar hasta la orilla del río.

Habiendo transcurrido cerca de 35 minutos, el adolescente apenas había avanzado medio kilómetro.

Por otra parte, el sol caía fuertemente sobre su cabeza, lo que hacía que los gotas de sudor le cubrían los ojos y le impidieran ver con claridad. Se detuvo a descansar un momento la orilla del camino para limpiarse su rostro con su playera cuando repentinamente una de sus rodillas se dobló tirándolo al suelo de manera estrepitosa. Quiso levantarse, pero lo único que hacía en cada uno de sus intentos era acercarse cada vez más a la cuneta. Rodó colina abajo hasta que un árbol lo detuvo.

Carmelo se sostuvo de su tronco y por fin pudo ponerse de pie. Espontáneamente el chico comenzó a escuchar la voz de su madre que le pedía auxilio desesperadamente. Dicha voz provenía de un lugar no muy lejano a donde Carmelo se hallaba. El adolescente fue avanzando al sitio donde se escuchaba la voz. Cuando estaba próximo a llegar, las palabras cesaron de un modo intempestivo y un objeto apareció frente a él.

Era un pozo rebosante de agua, era el agua más cristalina que había visto en su vida. Tomó la soga y comenzó a jalar esperando que saliera el extremo para poder adaptarlo a su balde.

Entretanto por un descuido, Carmelo soltó su cubeta y ésta que estaba encima del borde del pozo, fue a dar hasta el fondo.

– Tengo que sacarla – pensó.

Como vio que el agua llenaba más de la mitad del pozo, imaginó que lo más sencillo sería meterse al pozo y sacar el cubo de madera.

Así lo hizo y fue entonces cuando un alarido de terror retumbó en las paredes de piedra. Un campesino que pasaba por ahí, vio los palos de madera que se encontraban junto al viejo pozo, el cual había estado seco e inhabilitado por más de 50 años. Al asomarse, observó horrorizado el cuerpo destrozado de un joven, Carmelo.

El Diablo en el espejo

Una buena noche de copas, entre un grupo de amigos empezaron a compartirse historias de terror, un par de ellos escuchaban asustados las escalofriantes historias que se contaban, pero la mayoría que ya llevaba un par de copas de más, aprovechaban para bromear y tratar de asustar con un grito o saltando sobre los amigos cada vez que la narración hacía un silencio.

Las bromas se apagaron cuando todos pusieron atención a la historia que Carlos había empezado a narrar: – En Nochebuena, justamente a las 12 de la noche, el Diablo hace la inspección en la Tierra, la única en el año, así que si queremos verle tiene que ser ese mismo día a esa misma hora. Vete al baño, puesto que es el lugar más propicio para realizar el evento, y cierra la puerta. Enciende 12 velas, a poder ser negras, apaga la luz y sitúate enfrente del espejo. Cuando quede poco para que sean las 12, cierra los ojos y mantenlos cerrados hasta que quede sólo una campanada de las doce que deben sonar. En ese momento el Diablo se aparecerá en el espejo sólo durante un segundo –

Entre carcajadas y retos David dijo: – Yo lo haré, solo necesito un testigo – , de inmediato alguien más secundó ofreciéndose como testigo, ya faltaban pocos días, era 20 de diciembre, así que pareció una buena idea.

El 24 de Diciembre, a las 23:55. Todo Estaba todo preparado, entró David solo al baño, el testigo se había acobardado. Se cerró la puerta, las campanadas sonaron, y el nervioso testigo esperaba afuera que alguna criatura le saltara desde las sombras propinándole un susto de muerte, pero… ¡Nada!. Tras un suspiro profundo llamó a la puerta, pero nadie respondía, ya había transcurrido más de un minuto y David no salía así que decidió abrir la puerta. Al abrirla todo estaba a oscuras y sólo se escuchaba una respiración ahogada en el suelo, un fuerte olor a azufre inundaba el lugar y el joven sintió que algo iba mal. Encendió la luz del baño y se encontró a David con la cara desencajada del miedo mientras se llevaba fuertemente la mano al pecho. Llamó a su amigo pero no obtenía respuesta, de puro terror había sufrido un ataque al corazón y lo único que alcazaba a decir era: – Lo he visto, lo he visto -.

Al llegar al hospital todo parecía estar bien, David estaba perfectamente recuperado, pero solo físicamente, pues no dejaba de repetir una y otra vez que lo había visto. Días después salió del hospital pero nunca volvió a ser el mismo, se convirtió en una persona asustadiza y retraída que frecuentemente se quedaba pensativo y en silencio a mitad de una conversación.

Al cruzar el puente

Acabábamos de regresar de vacaciones de semana santa cuando al profesor de deportes se le ocurrió organizar una excursión en el bosque. El paseo duraría tres días (viernes, sábado y domingo).

A decir verdad este tipo de salidas sencillamente me encantaban ya que no solamente disfrutaba del paisaje sino más que nada de la convivencia con mis compañeros.

Nos citaron muy temprano en la mañana del viernes. La escuela secundaria había rentado dos autobuses para ese propósito. Llegamos a nuestro destino y ciertamente me decepcioné un poco de lo que puede observar. Era un parque exclusivo para acampar. En otras palabras, estabas vigilado constantemente por guardabosques, quienes se encargaban de limitar la diversión.

Había un itinerario de actividades previamente establecido, el cual dicho sea de paso, era seguido estrictamente por el director de la institución.

Sin embargo, una noche varios de mis amigos y yo nos escapamos del campamento para poder dar una vuelta a nuestras anchas. Mentiría si no digo que aquel lugar se veía totalmente distinto sin la supervisión de los mayores.

Después de caminar un rato nos topamos con un puente colgante de madera. Apenas Jacinto lo vio exclamó: Hay que usarlo para ver hacia dónde nos lleva.

A todos nos pareció una idea estupenda y yo el primero en iniciar el trayecto. La madera crujía a cada paso. Además el viento se encargaba de mecernos de una forma aterradora. Justo la mitad Antonio se detuvo y dijo: _Mejor regresemos, tengo mucho miedo _.

– No seas cobarde, lo malo sólo ocurre en las leyendas de terror – Le comenté. De repente varios maderos del puente se desprendieron y un grito de pavor inundó aquella atmósfera. Al voltear la cara solamente vi como seis de mis compañeros caían hacia el vacío (apenas empezaban a cruzarlo).

Observé como una porción completa de aquel pasadero se había desprendido. No lo pensé y quise regresar lo más rápido posible al campamento. El problema era que si no me sujetaba bien de las cuerdas de los extremos, podría caerme también.

Caminé sin apartar la vista del piso, pero nunca vi ningún hoyo en el puente. Regresé a mi tienda y me dormí.

Al día siguiente los maestros organizaron una búsqueda para encontrar a mis amigos. Yo no dije ninguna palabra de lo ocurrido. Jamás los encontraron.

El día que mi vida cambió

Fui al laboratorio para realizarme mi examen anual, aquella mañana todo parecía perfectamente normal. Luego de unos minutos de aguardar en la sala de espera, la enfermera me hizo pasar al consultorio del Doctor López.

Ahí estaba él. Ese médico era todo un personaje, siempre tenía el ceño fruncido aunque estuviera de buen humor. Me observó con una mirada fría y penetrante y dijo:

– ¡Quítese la camisa!, Le vamos a sacar un poco de sangre para revisar que todo esté bien. ¡Ah!, pero antes de eso, déjeme comentarle que de acuerdo con su expediente, es el momento adecuado para administrarle la vacuna de la gripe.

– ¡Pero, Doctor!, Estamos en agosto, ¿no le parece un poco precipitado? – Repliqué sorprendido.

– Nada de eso, al contrario, si lo inoculamos de una vez nos estaremos asegurando de que ningún virus lo ataque. – Contestó el galeno.

Yo estaba muy inquieto, había algo que no me gustaba, sólo que desafortunadamente no supe que era. La enfermera llegó con una jeringa más grande de lo habitual, la cual contenía en su interior un extraño líquido de color naranja.

– Oiga Doc, Esa no es la vacuna de la influenza – Aseveré.

– Es una nueva fórmula que lo protegerá por más de dos años, de cualquier tipo de influenza (común, H1N1 etc.) así como de otras tantas enfermedades. Además, como este tratamiento se encuentra en fase de prueba, no tiene costo. Sin embargo, le aseguro que le estamos ofreciendo lo último que hay en el mercado.

Acepté prácticamente a regañadientes que me aplicarán la inyección. Comencé a sentir mareos y náuseas inmediatamente después de que salí del consultorio. Poco después llegué a mi casa, me sentía exhausto. Me recosté en un sillón y me quedé dormido hasta que el teléfono me despertó. Era Sonia, mi novia, quien me recordaba que esa noche habíamos quedado en salir a cenar. Le dije que me sentía indispuesto y ella comenzó a enfadarse pues casi todas las veces que hacíamos planes era yo quien los cancelaba a última hora. Por tanto, no aceptó un no por respuesta y quedé de recogerla en su domicilio a las nueve de la noche.

Milagrosamente para esa hora, ya me sentía mucho mejor. Los dolores y demás síntomas habían desaparecido. La luna llena iluminaba la ciudad como un enorme faro. Cuando llegué a su hogar Sonia ya estaba en la banqueta esperando, subió al auto y nos dimos un beso. En ese momento, una violenta fuerza recorrió mi cuerpo, mi voz comenzó a cambiar y mis brazos y mi rostro se comenzaron a cubrir de pelo. Yo estaba aterrado, ya que veía en el espejo los cambios que mi organismo estaba experimentando ante la mirada atónita de mi amada. Ella por su parte, se había quedado congelada.

De pronto empecé a aullar y mis manos (ahora garras) se llenaban de sangre. Sentí tal desesperación que perdí el conocimiento. Cuando desperté algo horripilante había pasado, el único rastro que quedaba de Sonia era su cabeza que descansaba en mi pierna derecha.

El campanario

El pueblo donde vivo, es uno de esos sitios en donde encuentras más iglesias que lugareños. Como es de esperar, todos los que ahí convivimos día tras día nos conocemos perfectamente. El panadero, el carnicero, el pescadero, el herrero, el enterrador etc. Algo que caracteriza a nuestra comunidad es el hecho de que no aceptamos muy fácilmente a los forasteros. Y eso fue lo que ocurrió con el padre Villaseñor, quien llegó a nuestra localidad tras la muerte del queridísimo padrecito Godínez.

Villaseñor fue enviado directamente de la capital y traía consigo esos “aires de grandeza” que molestan a todo el mundo. De hecho, desde la primera vez que ofició una misa, la gente lo miró con muy malos ojos pues comentó:

– Veo que el Señor se ha olvidado de este lugar, no sólo porque son un rebaño completamente descarriado, sino por lo mal educados que son. Por fortuna, aquí estoy yo, para devolverles la fe y las buenas costumbres que todo cristiano debe procesar.

Al concluir la ceremonia, se acercó Lencho, el capataz de la hacienda de don Gabino y le advirtió al sacerdote:

– Mire curita, ándese con cuidado. Desde que murió el padrecito Godínez, dicen que todas las noches en esta iglesia se aparece el demonio.

A lo que Villaseñor respondió con una sonora carcajada:

– Jajaja, bola de ignorantes, eso me lo dices únicamente con el fin de asustarme. ¿Crees que con un cuento de terror como ese, me voy a morir de miedo?

– No, pero que conste. Yo nada más le advierto que no ande tentando a la suerte.

Transcurrieron varios meses y cada vez menos gente asistía a esa iglesia. Una noche lluviosa, cuando Villaseñor se dirigía a su habitación, comenzó a escuchar una serie de sonidos extraños, los cuales provenían del púlpito. Por más que lo intentaba, no podía descifrar qué era lo que aquellas voces decían. Al aproximarse al lugar, todas las velas que estaban encendidas se apagaron repentinamente debido a una fuerte corriente de aire que vino de ningún lado. Posteriormente, de entre las sombras comenzó a surgir una figura humanoide con orejas puntiagudas.

Para esas alturas, el clérigo estaba arrodillado rezando afanosamente. Lo que no sabía es que nada de lo que hiciera podría salvarlo del funesto desenlace que le esperaba.

Exactamente a las tres de la madrugada de aquel 3 octubre, las campanas comenzaron a doblar. Tal y como lo hace cuando muere alguien. Uno a uno los feligreses fueron ingresando al recinto, sólo para darse cuenta de que el cuerpo sin vida del padre Villaseñor se encontraba colgado de una de las sogas del campanario.

La Semilla

Cesar y Paola, trataban de formar una nueva familia, llevando ya 3 años de casados sentían la necesidad de comenzar a dejar su descendencia, pero ella temía un poco, desde hacía ya un par de generaciones, las mujeres de su familia tenían complicaciones en el cuarto mes de embarazo , causándoles un aborto espontaneo. Las pocas que superaban este periodo, algunas de ellas morían en el parto, las sobrevivientes en unos cuantos meses desarrollaban tumores con un tamaño mayor al de una pelota de tenis, no había causa aparente para ello, las mujeres lucían completamente sanas.

Los niños que lograban nacer eran muy delgados, pálidos, enfermizos, de ojos rasgados, con una inteligencia muy desarrollada, al igual que su cabeza, y ciertas manías extrañas. Un tío aseguraba haber visto a uno de ellos asesinar animales y enterrarlos en el patio trasero.

Aun así, la ilusión era mayor y después de comprobar más de una vez, que científicamente todo era favorable y Paola se encontraba 100% sana, se dieron a la tarea de encargar el bebé, tras un par de intentos lo consiguieron, con mucha emoción y cuidado, siguieron el embarazo con mucha atención, pero al cuarto mes exacto, Paola sintió molestias, el dolor era intenso y pareciera que estaba lista para dar a luz, Cesar se acercó al teléfono para llamar al hospital y que estuviesen preparados para recibirla, pero; una brillante luz azul cubrió la habitación mientras Paola flotaba yendo hacia arriba como si no existieran paredes o techo entre ella y su destino.

En unos cuantos segundos se encontraba sobre una mesa fría y plateada, rodeada de personas que no podía distinguir por la intensa luz, la atendieron como si fuera un parto normal, incluso pudo ver que tomaban al bebé para ponerlo luego dentro de una capsula con un líquido naranja.

Al despertar ella estaba en el hospital, había tenido un aborto, por más que insistió en que vio a su hijo nacer la convencieron de que había sido una alucinación.

El golpe fue demasiado duro, y no lo intentaron por una año entero, pero cuando ella se sintió bien de nuevo, le nació de nuevo la ilusión, después de una noche romántica con su marido, quedó embarazada , ella no lo sabía, pero alguien más si… de nuevo esa luz azul iluminó la habitación, su marido parecía estar congelado, mientras ella subía a una nave que se posó sobre el techo de su casa, la pusieron sobre la mesa, unos seres grises, de gran altura, como cabezas desproporcionales a su cuerpo, grandes ojos negros y rasgados, le extraían el embrión, inyectándole la información genética de su raza, pues ellos hacía ya tiempo que no podían reproducirse y tras experimentar con muchas mujeres, descubrieron muy pocas que podían utilizar para sus fines.

Sus bebes se gestaban solo en cuatro meses, por lo cual vigilaban a las mujeres de toda su familia por compartir los mismos genes, en el momento en que quedaban embarazadas, aprovechaban que todo en el cuerpo estaba listo, modificaban el embrión disfrazando con él su semilla para que no fuera rechazado. Cuatro meses después volvían por su nuevo integrante, atendía el parto y esperaban por otro embarazo…

La posada

Rosario se dirigía en su auto a casa de sus abuelos con motivo de una gran celebración. Sin embargo, a ella no le gustaba manejar de noche por carretera pues decía que cualquier cosa podía suceder y que nadie estaría dispuesto a socorrerla.

Desafortunadamente sus más grandes temores se hicieron realidad, ya que de pronto uno de los neumáticos reventó. Bajó rápidamente del auto y antes de abrir la cajuela se cercioró de que ninguna persona la estuviera observando. Buscó de manera frenética la llanta de refacción, pero no encontró nada.

– Ahora ¿Qué voy a hacer? -, Pensó. En eso estaba cuando alzó la vista y vio un letrero que decía “ Posada a 2 km”.

– ¡Que buena suerte, pasaré la noche ahí! -, Exclamó.

Cogió tan sólo lo indispensable, lo metió en una pequeña mochila y se fue caminando hasta aquel sitio. No podía creer lo que veían sus ojos, el lugar era fantástico, se encontraba completamente iluminado y además tenía un jardín lleno de flores. Algo que resultaba extraño si tomamos en cuenta que era a principios de diciembre.

El portón principal, era de madera y estaba adornado con figuras talladas. Al llegar al mostrador la joven le preguntó al gerente:

– Disculpe ¿Tiene habitaciones disponibles? –

– Por supuesto – , dijo el hombre. Déjeme llamarle al botones para que venga por su equipaje.

– No es necesario -, contestó la chica. Por cierto, dígame ¿cuánto dinero va a ser por favor?

– Por ese detalle no se preocupe, lo vemos mañana. Ahora descanse. Aquí tiene la llave de su habitación, se encuentra al fondo del pasillo. -Repuso el gerente.

El cuarto era enorme, tenía dos camas matrimoniales, amplios ventanales, y hasta un baño completo que incluía tina. Como Rosario se encontraba muy cansada, decidió que lo mejor era ducharse antes de dormir para poder conciliar el sueño. Abrió la llave del agua y en ese instante la luz se apagó. Lo que ocurrió después no lo sé con exactitud, sólo sé que un grito de terror inundó el corredor.

A la mañana siguiente el cuerpo de Rosario, fue encontrado sin vida a unos metros de su vehículo. La ropa que llevaba puesta estaba manchada de sangre, aunque ella no tenía ninguna herida. Solamente en su cuello se encontraban dos pequeños orificios.

Una plática inesperada

Julián es un chico raro que vive al lado, cuando recién se mudaron, mi madre trato de obligarme a que me hiciera su amigo, compartimos un par de cosas, pero la verdad no es una persona que me agrade, pasa la mayor parte de su tiempo hablando del Diablo , dice que este le da órdenes, las cuales siempre se relacionan con dañar gente. Hasta se hehco ese monologo tan famoso de: “veo gente muerta”.

En cierta ocasión; sus padres no se vieron por el vecindario en más de dos semanas, y la verdad pensé lo peor, los imaginé muertos, desmembrados, y guardados en el congelador, mientras mi raro vecino pintaba con sangre sus paredes.

Contra esos señores no tengo nada, son demasiado agradables, no sé cómo pudieron tener un hijo tan maniático como el que tienen, a veces lo veo en las madrugadas solamente parado en su ventana, evidenciando esa mirada siniestra y su sonrisa macabra. Me aterra pensar que tal vez un día cumpla alguna de las atrocidades que dice y mate a todos en el vecindario, comenzando por nosotros que somos los más cercanos.

A veces lo veo entrar chicas a la casa, parece que les resulta atractiva su indiferencia ante la vida y a ellas mismas, tengo que confesar que he sentido envidia, dentro de su locura lo tiene todo, sus padres lo llenan de regalos aún más allá de sus necesidades, mientras que yo siendo un chico ejemplar, sano y el mejor de la clase no tengo nada. Hace meses que mis padres no me dirigen la palabra ni escuchan mis necesidades, ya sé que cometí un error, hice pedazos el coche que me regalaron en mi cumpleaños con tanto esfuerzo, pero después de eso no ha pasado nada como para que incluso mi madre ni siquiera se preocupe de que pruebe bocado. También en la escuela me ignoran, mis amigos se dan la vuelta, el maestro parece haberse fastidiado de que estudie tanto y sea el único que levante la mano para responder, porque nunca me hace caso; hace mucho que el entrenador no me da minutos de juego en el campo, esto es en verdad un fastidio.

A veces pienso que sería mejor estar muerto. Tal vez esta idea sea un poco loca pero le daré a mi vecino el gusto, iré hasta su puerta y le pediré que me asesine como ha planeado tantas veces con cada persona que conoce. Así al menos las personas volverán a tomarme en cuenta aunque sea en mi funeral.

—¡Julián, Julián! —parece que lo asuste un poco al golpear en su ventana, tiene una expresión inusual en el rostro.

—¿Qué haces aquí? —se dirige a mi algo sorprendido seguro ni imagina mis planes.

—Quiero pedirte un favor que va a encantarte… quiero que me asesines del modo que dijiste cuando nos conocimos.

—¡Hermano no puedo hacer eso! —, ¿hermano? ¿Porque diantres me dice hermano?, hasta donde yo sé no somos tan cercanos.

—¿Y porque Diablos no quieres hacerlo si tantas veces me lo insinuaste?.

—Porque estás muerto hace meses, desde que te estrellaste en el coche que te regalaron por tu cumpleaños.

El Visitante de Día de Muertos

Cuenta la historia que un día Juan se encontraba caminado por ahí, pateando todo a su paso, desquitando su enojo por un mal día, con cualquier cosa que se le cruzara en el camino, cuando pasó cerca de un panteón, le dio una patada a lo que el creyó una cosa sin importancia, pero al ver con detalle resultó ser un cráneo.

El hombre muy preocupado por su falta de respeto, levanta el cráneo, lo limpia con detalle y le habla para pedir disculpas, estableciendo un interesante monologo dirigido a la calavera.

– Mira donde andas, tan lejos del panteón y rodando sin tu cuerpo, pero no te preocupes ahorita te llevo para allá-

Estando el panteón ya casi a la vuelta de la esquina no le costó trabajo llegar ahí, entrar y depositar el cráneo por una grieta que encontró en una tumba. Siguiendo la plática con la calavera le decía:

– Por lo que veo tus familiares te han abandonado y por eso andas rodando de un lado a otro, pero te espero el día de muertos, para convidarte de la ofrenda que t ponemos en casa año con año, no te olvides ahí te espero-

Pasado el tiempo y llegado el día 2 de noviembre , a la casa de Juan llega una visitante y toca a la puerta, la esposa del hombre abre:

– Señora, su esposo Don Juan me invito a comer – dice la desconocida

– Claro, pase usted, sabe que ese día las puertas están abiertas para todo el que nos haga favor de visitarnos – responde la mujer desde dentro de su casa.

La esposa de Juan muy amablemente le invita a pasar, la visitante desconocida es servida con todo lo que se ha preparado para la ocasión, ella come con mucho apetito y al terminar se despide diciéndole:

– Dígale a su esposo Don Juan que muchas gracias por la invitación, todo estuvo riquísimo –

La esposa de Juan cierra la puerta y al dar la vuelta se da cuenta que el plato de comida esta aun servido e intacto, sale corriendo y puede ver que a corta distancia la señora que había llegado a visitarlos se desvanece.

Cuando le cuenta a Juan lo sucedido, este le comenta la falta que había cometido al patear aquel cráneo y que le daba gusto que la dueña hubiera aceptado sus disculpas y se presentara a comer ese dia.

El apartamento número seis

Ya estaba cansado de ese horrible color amarillo de mis paredes, tanto así que me comuniqué con algunos pintores para que me hicieran un presupuesto. No obstante, como el costo de la mano de obra resultaba demasiado caro, decidí realizar el trabajo por mi cuenta.

Fui a uno de esos almacenes que se dedican a vender todas las cosas necesarias para el mantenimiento del hogar. Tú sabes: cortinas, baños, pintura, puertas etc. Total que compré unos cuantos galones de pintura, suficientes brochas al igual que rodillos y regresé a mi hogar para poner manos a la obra.

Con el propósito de proteger mis muebles, tapicé todo el sitio con papel periódico y me dispuse a comenzar esa tediosa labor. Como a las dos horas, ya había terminado de pintar toda la sala y parte del comedor. Decidí entonces que era buen momento para tomar un pequeño descanso y comer algo. Fui a la cocina y me preparé un sandwich con queso y jamón de pavo. Después de terminar mis viandas, me dio sueño y pensé:

– ¡Bah!, Puedo terminar esto mañana, pues al fin y al cabo hoy es viernes.

Me dirigí a mi alcoba y me tumbé en la cama. Por su parte, Matilde, mi gata se acurrucó en el piso al lado mío. Cerré los ojos y caí en un profundo sueño. Cuando de pronto se escuchó un alboroto tremendo en la sala. Bajé la vista y noté que Matilde no estaba, con lo que supuse que ella era la causante de aquel barullo. Justo al salir del dormitorio, pude observar cómo maullaba desesperadamente volteando hacia todos lados.

Súbitamente una figura humanoide comenzó a aparecer, aquel ente se hacía cada vez más luminoso y lo peor era que se aproximaba hacia mí. El miedo se apoderó de mí ser , quise correr pero las piernas jamás me respondieron.

Las apariciones continuaron así durante todo el fin de semana. Estaba completamente asustado, no quería salir de debajo de las cobijas, el terror y el pavor estaban presentes en todo momento. Hasta que el domingo por la noche, aquella figura tenebrosa por fin mostró su rostro. Era idéntico a Bartolomé, el vecino del apartamento número seis, el cual se encontraba junto al mío.Salí de mi casa y al golpear la puerta noté que ésta estaba abierta.

Desconozco la razón, pero entré sin pensarlo dos veces. Un fuerte olor me condujo al aposento de Bartolomé. Horrorizado, vi cómo unos pies se asomaban bajo la cama. El primer pensamiento que llegó a mi mente fue que aquel hombre ya estaba muerto. No obstante, cuál sería mi sorpresa al percatarme de que aún respiraba. Llamé desde mi celular a una ambulancia y pronto vinieron en su auxilio. No dejo de pensar que fue su alma la que se desprendió de su cuerpo para pedir ayuda.

La niña del escondite

Esa noche había quedado con mis amigos para salir a divertirnos, decidimos ir todos en el mismo coche para no desperdiciar ni un solo segundo de fiesta. Estábamos algo apretados, pero eso a final de cuentas no importaba mucho.

Reímos casi todo el camino, las bromas eran muy buenas, solo hubo unos minutos de silencio en los cuales tuve tiempo de mirar por la ventana; íbamos demasiado rápido y apenas podía distinguir las cosas fuera del vehículo, así que le pedí al conductor que bajara la velocidad, en el momento que lo hizo, alcancé a ver el rostro de una niña plasmado en el cristal , de inmediato me di explicaciones a mí mismo, diciendo que no era más que una juego de luces o algo parecido; pero me quedé con una sensación extraña.

Cuando llegamos al club, no había manera de entrar, algo sucedió dentro y estaba lleno de policías, así que el plan alternativo fue aceptado de inmediato. Esa noche había juego de béisbol en el parque de la comunidad y nos fuimos para allá. Ahí nos encontramos con algunos conocidos entre ellos muchas chicas, cuando la gente empezó a marcharse, mis amigos fueron por unas pizzas y nos quedamos todos ahí a comerlas.

Era evidente que la estábamos pasando bien, no queríamos marcharnos, así que alguien sugirió jugar al escondite. Lo cual pareció una muy buena idea para muchos de nosotros, porque el terreno era grande y lleno de árboles, además la noche se tornaba muy tétrica, oportunidad perfecta para jugarnos pasadas.

En una de tantas que me tocó esconderme, quedé solo, nadie se ocultó a mi alrededor, y de pronto en silencio se me hizo demasiado, no podía escuchar a quien contaba, tampoco que nos buscara. Y tuve un poco de nervios, sobre todo porque me sentía acompañado. Volteaba hacia todos lados, pero estaba solo, completamente solo.

Me pareció mucho tiempo el que estuve escondido, así que me rendí, yo mismo iba a entregarme, pero escuche unos suaves pasos detrás de mí. Me di la vuelta y la vi , —¿Yo también puedo jugar? —preguntó la niña del cristal, mi sangre estaba helada por completo y no me permitía pensar, ella me vio fijamente agregando: — Si voy siempre donde tú vas… ya es hora de que me hagas caso —.

Hasta el día de hoy no he podido olvidar esas palabras, sobre todo porque desde que sé que existe, me ha sido imposible dejar de notarla. Ella dijo la verdad, siempre va conmino

La Posesión de Karla

Un par de jovencitas aburridas de la insípida vida diaria que estaban experimentando, decidieron de pronto divertirse de una manera algo peculiar, sin investigación previa, comenzaron la práctica del espiritismo con las pocas cosas “aprendidas” en las películas y los chismes que habían podido escuchar.

Lo más sencillo a su parecer fue “jugar” con la Ouija , colocaron sobre la mesa, letras en cartoncitos hechas por ellas mismas, formando un círculo rodeado de velas, y en medio el vaso con el cual pretendían obtener las respuestas deseadas. Después de varias preguntas Karla se fastidió al no obtener ninguna señal de que aquello funcionara, se levantó con enojo, queriendo destruir el tablero improvisado, -Hay que hacerle más preguntas– dijo Ana –Esta bien pero si no funciona, ¿me dejas destruirla? – respondió la otra joven y un leve viento helado les causo escalofríos, se escuchó en la madera un pequeño roce… las dos voltearon de prisa, para ver con un poco de asombro que el vaso se movía por la mesa, hasta la palabra “NO” en respuesta a su intención de destruir la Ouija.

Entonces las dos jóvenes, con risas en sus rostros, caminaron hasta la mesa, colocaron sus dedos sobre el vaso, lanzaron una imprudente pregunta -¿Estás vivo?- y tras el encanto de las chicas la respuesta fue dada con más rapidez, -“NO”- a lo que rápidamente con tono burlón Karla dijo –Si algo de esto es verdad, pues manifiéstate ante nosotras-.

Un inmenso silencio invadió la habitación, se sentía un ambiente tenso, el viento abrió la ventana bruscamente, y las chicas dieron un grito tremendo al ver cruzar por ella una sombra , que las hizo correr hasta la puerta, y después caer de rodillas riendo al ver que era el novio de Ana que entró a escondidas, seguido por un amigo.

Karla se hizo acompañar por el segundo chico hasta la cocina, para preparar palomitas y así dejar a los enamorados solos. Pasados algunos minutos, Ana se sintió un poco incomoda al no ver regresar a su amiga, y bajaron a buscarlos.

Al borde la de la escalera, pudieron ver un charco de sangre , y un rastro de que algo fue arrastrado, un poco asombrados, siguieron las huellas, hasta la cocina, donde estaba tirado el cuerpo agonizante del visitante, al parecer quería decirles algo, pero no podían entenderle, pues se atragantaba con la sangre, sus ojos se abrieron de par en par y fue entonces que los dos asustados jóvenes, voltearon hacia arriba, para ver a Karla, pegada a la pared como si fuera una araña, en posiciones demasiado extrañas para un cuerpo humano, que saltó sobre ellos intentado asesinarlos con un ensangrentado cuchillo que sujetaba fuertemente en la mano.

Los dos jóvenes lograron huir, con algunas pequeñas heridas, y Karla se encuentra internada en un hospital psiquiátrico, pues aunque en momentos se muestre perfectamente lucida y no recuerde los que pasó, hay ocasiones en que el espíritu que invocaron con la Ouija la posee de nuevo, queriendo asesinar a quien tenga cerca.

A Través de la Cerradura

Doña Martha tenía una pensión donde atendía a estudiantes; solo mujeres, estando a dos calles de la universidad, la fama de un muy buen trato por parte de la anfitriona y por supuesto los precios muy accesibles, lo hacían un lugar muy codiciado para el cual existía una lista de espera informal, las chicas entraban y salían en todas épocas del año, pues se podían hospedar a la misma vez veintiocho de ellas, entre las que se graduaban y las que no lo lograban, era común que alguna nueva inquilina se presentara de un día para otro. En esta ocasión fueron Sandra y Marcela, un par de hermanas de el sur del país.

Transcurridos algunos días, Marcela vagaba por la casa en sus noches de insomnio, hubo una en especial en la que escuchó a Doña Martha discutir con un hombre, lo cual le pareció extraño pues ella era viuda y se prohibían las visitas masculinas ya fuese de día o de noche.

Durante tres noches la historia fue la misma, para la cuarta no pudo con su curiosidad y se acercó a la habitación, miró a través de la cerradura , pero no pudo ver a los causantes del ruido, estaban tal vez en una parte de la habitación que no se apreciaba desde ese ángulo.

Pero se quedó entonces para aclarar el motivo de la discusión. A lo que pudo escuchar se creó la idea de que la señora se había metido en problemas de dinero, pues el hombre le pedía respetar el acuerdo que tenían. Marcela lo compartió con Sandra pero esta no le prestó importancia, dijo haber escuchado entre las demás muchachas que Doña Martha tenía a su amante y lo metía a escondidas tal como ellas hacia con sus novios, que era una regla que se ignoraba por completo, pero todos fingían que no.

Marcela ignoró entonces las peleas que oía, pero no por mucho, se preocupó cuando le pareció escuchar que habían golpeado a alguien, miró por la cerradura, un hombre en ropa interior estaba sobre una mujer desnuda, el morbo la orilló a quedarse atenta en la cerradura sin perder detalle de cómo el desconocido y una de sus compañeras tenían sexo, al desviar un poco la mirada se dio cuenta de que Doña Martha también observaba desde un sillón diciéndole a la joven –Trata de disfrutarlo y coopera un poco más, son muchos los meses de renta que me debes- , el hombre la golpeaba, la mordía y la trataba con violencia, al terminar con los suyo, se levantó de la cama y antes de que la joven acabara de vestirse él volvió para clavarle un hacha en el vientre, salpicando de sangre toda la habitación, exponiendo sus órganos por la herida, ella no tuvo oportunidad de gritar y cayó muerta al instante, entonces el hombre caminó hacia el cuerpo que descansaba en el piso, para darle de hachazos hasta quedar rendido, con una sonrisa descarada y el rostro lleno de sangre se dirigió a Doña Martha y le dijo:

-Gracias mami, ahora quiero a la que nos ve por la cerradura…-

El Caballo de Madera

Voy a relatarles este magnifico cuento de terror. Eran las vacaciones de verano que Pablo y Luis habían estado esperando, después de no verse por tres años, los primos habían planeado reunirse en el rancho de Luis. Tenían todo casi cronometrado para no perder ni un solo instante y disfrutarlo al máximo, en cuanto el chico llegó de la ciudad, salieron al campo y no volvieron hasta la hora de cenar. Fueron a dormir con muchas cosas que contar pero el tiempo no fue suficiente ya que cayeron profundamente dormidos.

Alrededor de las tres de la madrugada, se sentía un frio muy intenso en la habitación, que no disminuía aun con la ventana cerrada, así que Pablo fue en busca de otra manta. Cuando regresaba por la escalera tuvo la sensación de que alguien lo seguía, se detuvo en seco, un escalofrió intenso le invadió el cuerpo, cuando vio como se hundían los escalones de madera, y crujían como si alguien subiera por ellos. De inmediato regresó a la habitación, y encontró algo que le dio más miedo aun. Su primo estaba suspendido en el aire, profundamente dormido, con las manos y piernas colgando, como si alguien lo llevara en brazos.

Tuvo que tomar valor para correr hasta Luis pues estaba siendo llevado hasta la ventana, lo tomaba del pie con todas sus fuerzas, pero aquello que lo estaba transportando era mucho más fuerte, pues los hizo flotar a los dos, cuando por fin sus tíos acudieron en su auxilio alertados por los gritos, evitaron que fueran arrojados por la ventana. Extrañados ante el hecho, se llevaron a los dos pequeños hasta la habitación de los adultos y pasaron la noche en vela.

Al día siguiente Luis no sabía lo que había pasado, pues nunca estuvo consciente, pero los demás estaban bastante asustados. Su desayuno fue interrumpido por una ráfaga de viento que azotó la puerta y revolvió la mesa, mientras se escuchó un fuerte grito que dijo: -¡Devuélvelo es mío! – el niño fue levantado de la mesa, estrellado contra una pared cercana, sus pies no tocaban el suelo y el luchaba contra algo que le presionaba el cuello, dejándole unas manchas rojas y cortando su respiración. El padre intentaba ayudarlo, aunque no podía ver a alguien, si sentía sus brazos, que tenían al niño apretado con fuerza. No sabían cómo quitárselo de encima, solo veían al pobre niño patalear, entre tanto movimiento, un caballito de madera cayó de su bolso, de inmediato, el niño también termino en el suelo. El fuerte viento que soplaba se convirtió en un remolino , que envolvió al juguete y salió por la puerta cerrándola con suavidad al pasar.

El incidente no dio más, y fue la abuela quien lo aclaró tiempo después, contándoles la historia de un joven, que fue su vecino hacia ya mucho tiempo, que después de un accidente cuando era pequeño, su mente no creció pero si su cuerpo, alcanzaba casi los dos metros y era muy fuerte, pero lo único que hacia siempre era jugar con su caballito, cuando murió lo enterraron con él, a orillas del rio donde le gustaba tanto jugar, y Luis lo había hecho enfadar por quitarle su juguete favorito. Ante la insistencia de la abuela, los dos jóvenes con el miedo en el estomago, fueron hasta aquella tumba, a pedir disculpas.

No volvieron a tener aquella visita en casa, pero en ocasiones, se puede ver parado en el sendero a un joven alto y corpulento , que viste un overol azul, que solo desaparece cuando ofrecen algún juguete en aquella tumba.

El Hombre de Negro

Sin importar el lugar, ni la fecha siempre existen grupos de amigos que se reúnen en lugares peculiares, para pasar un buen rato en compañía y beber sin que nadie los moleste, la única característica imperdible, es que debe ser un lugar alejado en medio de la oscuridad.

Después de un par de tragos, risas, bromas y recuerdos vergonzosos, no falta quien eche a perder el rumbo de la velada como lo hizo Martha, que de un momento a otro comenzó a llorar de una forma algo extraña, gritando que alguien los observaba desde la oscuridad, según lo describió un hombre pálido , tanto como un muerto, vestido completamente de negro.

Negándose los demás a interrumpir la fiesta, tomaron aquello a tono de burla y las risas les duraron un buen tiempo. Observando que a la mujer no se le pasaba el espanto, decidieron llevarla hasta el sitio para que se convenciera de aquí ahí no había nada.

Llegaron todos al lugar, miraron alrededor, sin encontrar a nadie, fue entonces que Martha se calmó, volviendo todos a su sitio, se sorprendieron un poco con los gritos de otra de las muchachas la cual les decía que el hombre de negro estaba ahí. Los chicos se molestaron un poco, y las reprendieron por la broma de mal gusto, alegando que una vez fue divertido, pero dos, ya era molesto.

Cambiaron de puestos, para evitar la misma situación, enviaron a las jóvenes hacia el medio y los hombres se colocaron en las orillas, fue entonces que Juan, se quedó viendo fijamente hacia el punto en cuestión, detenidamente, para de pronto soltar un grito de espanto profundo, que les hizo a todos levantar de un salto con las instrucciones precisas y claras –¡Corran!- , iban de prisa hacia el auto mientras tras de ellos, el hombre vestido de negro se desplazaba con gran velocidad, saliendo de las penumbras, dejando ver lo que las chicas habían descrito.

Una figura delgada, vestida completamente de negro y el color de un muerto, que les dio alcance como si sus pasos fueran gigantescos, a pesar de que su cuerpo no se movía al darlos, paso en medio de la fogata sin quemarse, y sin esparcirla, y en el momento en que estaban montados en el auto, simplemente lo atravesó, tornándose en una visión transparente, que solo desapareció ante sus ojos.

Sin saber, que o quien es, se reporta esta aparición en muchos lugares, no se sabe que haya causado un daño más allá del susto. Dando origen a la Leyenda del Hombre de Negro , que observa desde las sombras, siendo visto por las personas una a la vez, no todos en grupo, saliendo de las penumbras para correrlos del lugar.

La Preocupación

Con sus 83 años a cuestas, Lolita seguía haciéndose cargo de sus 11 hijos varones, con el argumento de que muchos de ellos seguían aun solteros pasados los cuarenta y quienes se habían casado lo hicieron con “mujeres que no servían para nada”, los tenía en casa para comer, lavaba y planchaba su ropa, los atendía como si fuesen aun chiquillos.

Su marido había muerto hace mas de 10 años, así que no tenía más que hacer, que atender a sus críos. A pesar de sentirse un poco mal, no dejaba sus obligaciones, le detectaron un cáncer que acabó con ella en unos meses. Hasta el último día los cuido como siempre.

Al llegar del velorio, el hijo menor fue el único que regreso a casa, mientras estaba tratando de dormir, escucho el ruido de cazuelas en la parte trasera, pensaba que se habían metido los gatos, pues era un espacio medio descubierto, encendió la luz, echó unos gritos y siguió intentando dormir, pero el ruido no cesó, se levantó entonces a ver, no llegaba aun al lugar cuando pudo distinguir una sombra, que se movía al parecer buscando algo entre los trastos, acercándose con cuidado, se dio cuenta que era su madre, la cual con toda naturalidad le dijo –¿Donde están los pantalones que te iba a arreglar?, los deje aquí- la impresión fue muy fuerte, y el hombre salió de la casa buscando asilo con el hermano más cercano.

La siguiente noche no quiso dormir solo, otro de los hermanos se quedó con él, por la noche escucharon de nuevo ruido, esta vez en la cocina, se oían pasos que se arrastraban con prisa, de un lugar a otro, cuando llegaron a ver –Me movieron todo, ya no puedo encontrar nada en esta casa, ve y traime azúcar para el café- le dijo a uno de sus hijos.

Reunieron a toda la familia el día siguiente, diciéndoles lo sucedido, entonces la esposa de uno de ellos, dijo –Es que está con la preocupación de ustedes, de que nadie los va a atender como ella- después de estas palabras Lolita apareció caminando en medio de la cocina en donde estaban ellos, con pasos lentos, volteaba a verlos a todos, les había escuchado decir en las platicas que había muerto y su rostro parecía triste.

Una vieja amiga de la familia, le dijo que la preocupación no la dejaría irse, que seguiría penando, porque el lazo con este mundo era más fuerte que cualquier otro, en un intento desesperado los hijos y las nueras se pusieron de acuerdo, iniciaron por arreglar los pantalones que ella andaba buscando, después de eso, contrataron alguien que cocinara como ella lo hacía, pero nadie duraba ahí, salían corriendo asustadas cuando veían que Lolita rondaba por la cocina, y en ocasiones les tiraba la comida diciéndoles que no sabían cocinar.

Sus intentos fueron en vano Lolita sigue cocinando, tiene en casa al hijo menor, que llegando a sus 60 aun es cuidado por su madre, como si fuera un bebe.

La noche en día, abducción

Tengo un amigo que visito cada fin de semana en el hospital, pero en el ultimo año ya no habla conmigo, los primero días me contó con detalle lo que había pasado y lo voy a compartir hoy.

Felipe estudio para ingeniero agrónomo, en su ultimo año de prácticas en el campo le ocurrió algo que lo cambió para siempre. El ganado comenzó a desaparecer, no era una cabeza o dos por noche, se contaban en decenas las desapariciones en diferentes ranchos en los alrededores. Por lo cual se montaron guardias las 24 horas, en su guardia Felipe escuchó un leve ruido como el de una navaja rompiendo el aire, pero no podían ver nada, el sonido era apenas perceptible pero los perros se volvían locos ladrando con miedo.

Los ladridos despertaron a muchas personas que de inmediato se unieron a la búsqueda de aquello que alteraba tanto a los animales. Todos con rifles y lámparas en mano se internaron en las siembras que eran densas y altas cubriéndolos por completo, se comunicaban a gritos, uno de esos gritos alertó a los demás:

-Aquí anda alguien, córranle – , siguiendo la voz todos fueron hacia allá para seguir al extraño, que corría muy rápido, y no movía las plantas, después de un rato de persecución aparentemente lo rodearon pidiéndole salir… sin respuesta un grupo de cinco se adelantó a los demás para sacarlo de entre las ramas… pero en lugar de eso solo se escucharon gritos de terror que paralizaron a los demás al ver que de los cinco solo uno volvió para desmayarse frente a ellos después de vomitar…

Dieron un disparo al aire, una intensa luz casi cegadora, iluminó todo el campo, convirtiendo la noche en día , cuando las pupilas de todos se adaptaron a la luz se dieron cuenta que estaban rodeados, por seres humanoides, de baja estatura, delgados, con piel gris, dedos largos, sin ropa, y que en el rostro solo podían apreciarse grandes ojos negros… alguien levantó su rifle para dispararle a los seres, pero de inmediato su arma fue arrebatada por una fuerza desconocida que venía de arriba hacia donde voltearon todos, una serie de varias luces de colores se activó y los acompañantes de Felipe fueron desapareciendo entre ellas uno a uno. Cuando Felipe despertó, se encontraba desnudo en un campo a 6 estados de distancia, con su cabeza rapada, hileras de 3 agujeros en su cabeza, y marcas lineares por todo su cuerpo.

Entre delirio y miedo el relataba que estuvo todo el tiempo en una mesa, donde podía ver a alguno de sus compañeros, los seres grises tomaban muestras de sangre, uñas, cabello, incluso de cada uno de sus órganos, los taladraban con brocas de diferentes tamaños para alcanzar lo que había en el interior, él estaba conectado a varias zondas por las cuales le introducían fluido de colores en el cuerpo, que los sentía quemar todo su interior mientras los recibía, el dolor a veces lo hacia convulsionar hasta desmayar y cuando despertaba con la boca llena de espuma, ellos seguían ahí, picándolo constantemente con agujas.

No sabe cuando tiempo pasó ahí, pero le pareció eterno, entre ver que a sus compañeros le sacaban los órganos y el dolor que sintió todo el tiempo aunado al miedo por los horribles ojos de las criaturas, hasta hoy, le hacen tener pesadillas, temor a la noche y desconfianza del mundo que lo rodea.

Lobo

Esto más que una historia o leyenda es una vivencia personal que pueden o no creer pero se las voy a compartir.

Cuando yo tenía 6 años vivía en un pueblo pequeño, donde se acostumbraba poner el baño lo más lejos posible de la casa no sé porque razón, por lo cual era de lo más natural para mí porque así me crie, hasta que un día…

La recamara estaba en la parte de enfrente de la casa, para ir al baño tenia que cruzar el comedor, y la cocina, que para eso eran enormes pues en ese lugar los terrenos eran bastante grandes, después de eso tenía que tomarme unos minutos abriendo la puerta que se atoraba, y salir a un espacio en construcción donde había dos pequeños cuartos, unas escaleras al segundo piso, una espacio vacío de más de 6 metros y todavía para agregarle más como si lo anterior no fuera suficiente, cruzar medio patio donde la luz de la luna no alcanzaba a entrar muy bien porque estaba lleno de arboles, una pila para agua que era más grande que yo y cosas que a la gente le gusta conservar.

Después de cruzar todo eso llegue al baño, que también como costumbre que no puedo entender, no tenían puerta solo una cortina… en cuanto di paso adentro y deje caer la cortina por detrás de mí, escuche una respiración… más bien una exhalación… que movió un poco la cortina, me quede inmóvil, y se me fue la respiración, no quería mover ni un musculo porque en todo el camino no vi nada ni nadie que viniera tras de mí. El momento me pareció eterno mientras me quede ahí y espere que eso que respiraba se alejara un poco y por fortuna lo hizo, se escucharon unas pisadas fuertes, pero con garras, porque rechinaban en el piso.

Cuando escuché que se metía entre las plantas, corrí hasta un árbol que estaba frente al baño y llegaba hasta el techo, subí tan rápido que sin darme cuenta llegue hasta el hueco donde apenas construían las escaleras en el frente de la casa junto a la habitación, me metí entre las laminas y cruce de nuevo todo ese gran tramo hasta la cocina donde tenía que cerrar la puerta que deje abierta al salir.

Era una puerta de metal, con un pasador muy grueso, pero ¡Eso! le dio un golpe en la parte de abajo y se rompió, yo corrí hasta la recamara donde estaba mi mama y mi hermana, pero por la ventana del comedor pude ver lo que era… pareciera que de cuatro patas se levanto solo en dos, y al ir incorporándose alcanzo una altura de al menos 2 metros porque llegaba casi a la parte de arriba de la ventana, tenía una joroba con pelos que parecían púas, y hocico como de perro, con las orejas en punta, y su respiración dejaba empañado el vidrio de la ventana…

No le dije a nadie jamás de eso, y me reprendieron por la puerta dañada, pero hace poco que pude comprobar que no fue mi imaginación, pase unas vacaciones allá el año pasado, ahora vive ahí mi prima con su esposo y 3 de sus hijas, por extraño que pueda parecer, ellos duermen todos en la misma habitación, ponen un colchón parado en la puerta y nadie quiere dormir en la cama junto a la puerta o la ventana, porque ven un animal que se para en dos patas que ronda por ahí cada noche…

El Tatuaje

“El sesos” era un chico desadaptado que trataba a toda costa de ser aceptado en la pandilla del barrio para tener los mismos privilegios que ellos. Llamar la atención de estos secuaces no era nada sencillo, pero al verlos todos tatuados , y él con su cuerpo limpio, quiso comenzar por ahí, no debía ser un tatuaje cualquiera, tenía que ser algo de impacto.

Fue a la biblioteca de su abuelo, recordando que una vez lo encontró viendo un libro con imágenes muy descriptivas de demonios, él le dijo que jamás lo tocara, lo cual ahora lo motivó a pensar que era justo lo que necesitaba. Del libro no pudo comprender ni una palabra eran solo símbolos, pero tomó una muy buena fotografía de la imagen que le pareció más aterradora.

Con toda seguridad se la mostró a la joven de la sala de tatuajes , cuando ella le preguntó sobre su significado y si estaba seguro, el solo dijo que le pagaba para que lo tatuara , no que lo interrogara. Ella no hizo más que acceder entonces, a petición del cliente, solo tinta negra. Después de unas horas salió muy contento con su demonio en el brazo.

La imagen era aterradora ante sus ojos, viéndolo en el espejo se sentía orgulloso de aquel cuerpo fornido y peludo, con cuernos largos y ondulados, de rostro hinchado, coronado con una cinta de fuego, negro y amenazante, con alas de murciélago, descansando sus garras sobre una montana de cráneos humanos, mientras balanceaba su larga cola alrededor de su cuerpo…

No pudo esperar y cuanto antes salió a presumir su tatuaje, usando solo una camiseta de tirantes. A los demás jóvenes no les pareció tan impresionante, era para ellos “Solo el diablo de las películas” , tras las burlas de ellos, el sesos regresó a casa molesto, peleando con su tatuaje, diciéndole que era una porquería… en un par de segundos la carne del brazo empezó a quemarse, podía ver el fuego de la corona arder e irse extendiendo, intercambiando la tinta por líneas de fuego de color rojo intenso que lo quemaba hasta hacerlo gritar, el fuego se extendió entonces por todo el cuerpo, dibujándolo como si el mismo fuese el demonio entero, en su espalda marcó las alas, en los pies sus garras, la cola la intercaló por las piernas…

Al día siguiente el sesos se veía diferente, en su cara había una sonrisa que nadie le conocía, fue donde los muchachos de nuevo y dijo –Vengo a hacerles pagar sus ofensas- cuando todos ellos echaron a reír, un fuego intenso salió debajo de la ropa del tatuado, marcando su cara con el rostro del demonio , mientras una cola comenzaba a ondearse por detrás de su cabeza, unas alas huesudas y maltratadas se entendían a lo ancho de la calle, en una llamarada intensa, el sesos desapareció, y quedaba frente a ellos solo aquella figura del tatuaje vuelta a la vida.

Con su cola aun ondeante atravesó a dos de ellos, clavándolos en la pared a 3 metros de altura, cuando los demás intentaron correr, cerró sus alas, atrapándolos dentro, resoplando fuego, convirtió aquello en un horno y sus cuerpos en cenizas, dejó caer entonces los que sujetaba con la cola, para estrellarse contra el piso rompiéndose como una sandia, desparramando todo lo que tenían dentro. Con sus propias entrañas hizo un lazo, con el que atrapó a un par que había escapado, para luego terminar con el resto partiéndolos en dos con sus cuernos.

El Mendigo de Navidad

Era el día 25 de diciembre, mientras la mayoría de las familias del pequeño pueblo disfrutaban del recalentado, acompañando todo con una buena taza de café o chocolate caliente porque el clima era demasiado frio. Las calles estaban solitarias, pues era costumbre muy arraigada reunirse en la casa de la matriarca. A excepción de un pobre anciano , que con sus ropas gastadas y roídas caminaba a paso lento por las calles. Su caminar era muy trabajoso al parecer, pues arrastraba uno de sus pies mientras se ayudaba con un palo que usaba de bastón.

Iba tocando de puerta en puerta, pidiendo un poco de ayuda, tal vez comida, tal vez un trapo viejo para cubrirse del frio, pero después de haber visitado más de quince casas lo único que había podido obtener era indiferencia o malos tratos, hubo desde aquellos que fingieron no verlo, hasta aquellos otros que lo trataron de manera grosera echándolo de su propiedad sin tocarse el corazón.

Hasta que llegó a las puertas de la casa de Doña Panchita, una mujer de avanzada edad, que disfrutaba de la compañía de sus cinco hijos, incluyendo nueras y yernos, sin faltar sus 16 nietos y uno que otro agregado. No había si quiera tocado cuando ya la pobre vieja le abría la puerta invitándolo a pasar. Lo sentó con ellos en la mesa, y se desvivían por atenderlo, en un instante tenía una cobija sobre sus hombros, y los parientes de Doña Panchita le ofrecían ropa de entre sus pertenencias. El anciano agradecía amablemente cada detalle, pero después de ser muy bien atendido, se retiró a pesar de que la familia le había ofrecido ya cobijo en una habitación de la casa por algunos días. Se marchó con las manos llenas , ropa nueva, y comida para varios días.

En el preciso momento en que puso un pie fuera del pueblo, una cosa extraña sucedió, sobre las puertas de las casas de todas aquellas personas que lo ignoraron aquel frio día, aparecieron unas “X” rojas, la gente armó un gran alboroto, cuando se dieron cuenta, salieron a las calles a murmurar, y a lo lejos podía verse como el anciano permanecía sentado tranquilamente en una roca. Este se puso de pie, golpeó su palo contra el suelo, y las “X” se convirtieron en llamas, eran tan intensas y furiosas que antes de que la gente pudiera reaccionar habían consumido la mitad de sus propiedades, el viejo entonces carcajeaba, mientras su rostro se descomponía y se rompía por la acción de un par de enormes cuernos que salían de su frente. La gente veía con horror como aquel anciano se despojaba de su apariencia humana convirtiéndose en el mismo Demonio con patas de cabra que caminaba lentamente hacia ellos entre las llamas, para señalarlos con el dedo y hacerlos arder con el fuego del infierno.

Miles de manos salían del suelo y jalaban a la gente hacia abajo, dejando sus expresiones de error plasmadas en el cemento. La familia de Doña Panchita observaba la escena con mucha preocupación, querían salir a ayudar a la gente, pero las puertas estaban cerradas, selladas mejor dicho, vieron como los demás habitantes del pueblo se acababan uno a uno. Cuando todo terminó pudieron salir de la casa, no había nada ni nada en pie más que ellos.

En la misma roca donde el Demonio se había sentado a ver aquella destrucción el esposo fallecido de Doña Panchita esperaba que ella se acercara, cuando la viejecilla logró llegar hasta el lugar el simplemente le explicó que siguiera manteniendo en su familia aquella bondad pues sería su salvación diciendo también –Han decidido soltar al Demonio, cada Navidad en algún lugar de la tierra, con permiso para llevarse a todas aquellas personas que no hayan sido buenas, utilizando cada vez alguna treta nueva –.

Los Querubines

Sonia coleccionaba querubines, los tenia de muchos tipos, madera, metal yeso. Exhibiéndolos en su habitación con orgullo. Y muchas personas le expresaban admiración.

En cierta ocasión para un trabajo escolar, el equipo completo se reunión en su habitación, las bromas surgieron de inmediato, pues Cesar el payaso de la clase se unió a Mariana la mejor amiga de Sonia para molestar a Diana, una chica dark, que por mala suerte había caído en ese grupo. Las bromas fueron de tal magnitud, que la chica salió corriendo, mientras los demás disfrutaban sus carcajadas.

Esa misma noche mientras Sonia sacudía sus sabanas, en el momento en que estas caían, pudo ver una silueta blanca parada al pie de su cama, los querubines voltearon con expresión de asombro y alzaron el vuelo cubriendo todo el cuerpo de la joven mientras le decían –corre Sonia, corre- ella salió de la habitación, pero al cruzar la puerta todos los querubines cayeron de su cuerpo, volviendo a su estado inmóvil y rompiéndose el mil pedazos al estrellarse contra el suelo. La chica no volvió a su cama, durmió en la habitación de su hermana menor.

Al día siguiente le contó todo a su Mariana, quien no dudo en decirle que la “bruja” de Diana le había lanzado un hechizo a causa de las bromas que le hicieron, con esta idea en mente molestaron a la chica, la cual las ignoró y al retirarse le dijo a Sonia en secreto –Cuídate más de las personas que tienes cerca y que no entran en tu habitación sin que las invites-.

Sonia volvió a casa un poco desconcertada, su madre había limpiado la habitación y la esperaba con los restos de querubines para pegarlos juntas, cuando terminaron, la chica fue a poner en su lugar todos aquellos que habían logrado salvar, permanecía con la puerta abierta por la impresión de la noche anterior, Mariana llegó de visita, recargada en el marco de la puerta platicaban las dos, entonces Sonia la invitó a pasar y cerró la puerta porque se sentía más segura, los querubines gritaron –Nooo, sal de aquí- y las dos corrieron hasta afuera. Mariana le dijo que aquello la había asustado mucho y mejor regresaría otro día.

Asomándose desde afuera Sonia podía ver sentada en su cama, aquella silueta blanca, que se levantaba a caminar por la habitación, con las manos encogidas, las piernas dobladas hacia atrás, temblando a caminar y sacudiendo la cabeza con fuerza, intentaba ahorca a los querubines que revoloteaban por todo el lugar. La chica no pudo soportar la escena y fue a salvar a sus preciados ángeles, venció el temor y se abalanzó sobre la figura. Luchó con ella hasta que simplemente desapareció entre sus manos.

Esa tarde recibió la visita de Diana, quien le propuso ayudarle a deshacerse de aquel ser extraño que habitaba su cuarto, tras mucho discutir, lograron llegar a un acuerdo, en al cual Diana le mostró que la aparición de aquella criatura estaba ligada a las visitas de Mariana, cuando ella entraba en la habitación, la mujer de blanco aparecía.

Fue tan simple como no dejarla pasar de la puerta, no había que hacer esfuerzos extras, solo necesitaba invitación directa de Sonia, y esta se la negó, entonces la chica se puso inquieta, caminaba como guardián de un lado a otro de la puerta, le imploraba que la dejara pasar, pero Sonia se negaba, pasados unos instantes Mariana expulsaba espuma por la boca, sus ojos saltaban de las cuencas, y jadeaba como perro, cayó tirada en el piso.

Por medio de un libro descubrieron que eso era un espíritu maligno de la envidia , que Mariana había materializado, y metido en la habitación de Sonia para destruir los querubines que tanto amaba.

La predicción de un vagabundo

Tres de la madrugada, Pedro caminaba por las solitarias y frías calles hasta su casa. Las nubes cubrían la Luna, así que la oscuridad se presentaba cada vez más espesa. Apresuraba el paso, corriendo solamente de sus miedos, pues a su alrededor no se percibía ninguna presencia.

Al llegar a la calle que ya tanto conoce, divisa su casa, así que pudo tomar un descanso y recobrar el aliento, con una inmensa sonrisa, subió los dos primeros escalones, hasta que su cuerpo se queda inmóvil y su cara pierde todo el color, al ser tomado del brazo por un bulto que emite sonidos lastimeros.

Su cuerpo se desvanece y en ese momento el bulto le habla El fin está cerca , los he visto caminar entre nosotros … ¿te sobran monedas?, me las debes porque predije el futuro-. El color invadió de nuevo su rostro. Se trataba del vago que dormía bajo la escalinata al cual le daba siempre algo de dinero. El hecho lo hizo quedarse dormido con una sonrisa, no entendía porque estaba tan nervioso, si salía a la misma hora todos los días y realizaba el mismo recorrido.

La mañana siguiente se despertó antes de lo acostumbrado. El bullicio de una masa de gente, entró por su ventana. Todos ellos se dirigían al parque del barrio. Sus rostros desencajados, hacían juego con sus cuerpos temblando y pieles sudorosas.

Se unió a la multitud, preguntó a los vecinos lo que ocurría, pero nadie supo responder. Solamente se encogían de hombros y agachaban la cabeza. Al llegaron a su destino, observaron hacia el horizonte. Pedro lo hizo también buscando respuestas; una gran explosión se activó a lo lejos, y el trueno se convirtió en un intenso zumbido en sus oídos. La multitud entró en pánico, corrían a todas partes, pero sin ningún rumbo.

Pedro se negaba a huir, si no sabía aun la razón, de entre la muchedumbre salió un viejo amigo, que le gritaba agitado una serie de cosas que no se podían oír entre tanto barullo. Pero no hubo que dar más explicaciones, una horda de criaturas emergió por la colina , devorando cuanta gente podía, el suelo se cubrió de cadáveres antes de que Pedro diera el primer paso para escapar.

Y deseó por un momento no haber recuperado la audición, pues los quejidos de la gente y el rugir de las bestias, helaban su corazón. Jamás en su vida había escuchado tantos alaridos, ni había sentido el dolor entrar por sus oídos.

Lo que estaba viendo lo tenía al borde de la locura, su amigo lo jalaba para que se moviera, pues esas abominaciones estaban ya muy cerca, infligiendo la muerte en el peor de los tormentos.

Pedro reaccionó y corrió hasta su apartamento, se atrincheraron en él, y cubrieron sus oídos, para evitar el sonido de la carne humana al ser mordida por aquellas extrañas criaturas.

Afuera, detrás de la puerta, la gente agonizaba, sus huesos tronaban como ramas viejas , y los engendros parecían reír gustosos.

Las ventanas se cimbraron tras una nueva explosión, y el viejo vagabundo apareció tras el cristal diciendo: -Despierta, hora de terminar la pesadilla-… el chico sonrío, pero por más que abría y cerraba sus ojos, el escenario era el mismo. No había más realidad que la que estaba viviendo. Las primeras palabras del viejo eran las que valían…El fin había llegado…

Humo en el viento

Fernando era un niño con mucha suerte, había nacido en cuna de oro con todos los cuidados y cariños de una amorosa familia. Desafortunadamente, perdió a sus padres a muy temprana edad debido a un terrible percance aéreo.

Desde ese día, su custodia quedó en manos de su abuelo Martín, el único pariente vivo que le quedaba. Fue entonces cuando su vida dio un giro de 360°, ya que Martín era un hombre extremadamente estricto y severo; incapaz de transmitir ninguna emoción amorosa.

Al cumplir los 12 años, Fernando fue enviado a un internado y posteriormente al colegio militar. Ahí sufrió toda clase de humillaciones, tanto por parte de sus superiores como de sus compañeros. Esto fue alimentando poco a poco un sentimiento de rencor y venganza en el corazón de ese muchacho.

Transcurrieron nueve años para que volviera a su antiguo hogar, nadie lo recibió en el aeropuerto, ni siquiera mandaron al chofer para recogerlo. Tocó la puerta de su casa y Tomás el mayordomo lo invitó a pasar.

– ¡Qué alegría verlo joven Fernando! Dijo.

– Igualmente Tomás ¿y mi abuelo?

– Se encuentra leyendo en la biblioteca ¿quiere que lo anuncie?

– No, no yo mismo iré a saludarlo.

En efecto, la puerta de aquel enorme recinto se encontraba cerrada, sólo se escapaba por el ojo de la cerradura el humo del puro de don Martín. Sin pensar en lo que hacía, Fernando abrió la puerta y entró corriendo y gritando:

– ¡Abuelo, al fin he regresado, te extrañe mucho!

A lo que el anciano, con el respaldo de la silla del escritorio dándole la espalda a la puerta le contestó:

– ¡Muchacho imprudente, no sabes que debes llamar antes de entrar! Me doy cuenta con tristeza de que el dinero que invertí en tu educación no sirvió de nada. Sube a tu habitación, recoge tus cosas y espera ahí hasta la hora de cenar.

Con los ojos llenos de lágrimas, el joven subió las escaleras y obedeció al pie de la letra las indicaciones de su abuelo. Así transcurrieron varios meses, en los cuales Fernando únicamente pensaba en una cosa; asesinar a Martín pero de una forma que pareciera un accidente, pues ese modo heredaría la fortuna de su familia sin ningún problema.

Una noche de agosto, se presentó la oportunidad perfecta. Martín había pasado gran parte de la tarde en el altillo acomodando viejos papeles. Aprovechando esto, Fernando colocó un puro en la orilla de un escalón con el propósito de que su abuelo se tropezara. Y tal y como lo había previsto, el viejo rodó por la escalera partiéndose el cuello con el barandal de madera.

Luego de un año de esos acontecimientos, todo parecía marchar sobre ruedas en la vida de Fernando, el cual se la pasaba en fiestas 5 veces por semana. Hasta que una mañana un olor conocido lo despertó. Al abrir los ojos vio como el cuarto se llenaba poco a poco de humo. Se levantó de la cama e intentó abrir la ventana pero no pudo, corrió hacia la puerta y ésta estaba cerrada. Mientras tanto el humo continuaba invadiendo el espacio, eliminando el oxígeno a su paso.

Desesperado, comenzó a gritar:

– ¡Abuelo, abuelo no quise hacerlo! ¡PERDÓNAME! A lo que nadie respondió.

Pronto se dio cuenta de que su única escapatoria de esa tortura, era la muerte. Abrió el cajón del buró y sacó un revólver. Lo puso dentro de su boca y sin pensarlo dos veces jaló el gatillo. Un enorme estruendo sacudió la casa. Segundos después, Tomás abrió la puerta sólo para encontrar a su amo envuelto en un charco de sangre, con un agujero en el cráneo.

El Protector

Ximena se había mudado a la casa más barata que pudo encontrar después de separarse de su marido golpeador, y quedar con sus cuatro hijos a cargo. La casa estaba algo dañada, pero les acomodó muy bien, un cuarto para ella y sus dos hijas, y otro para los dos niños. Con unos colchones prestados tirados en el piso iniciaron su nueva vida.

Desde el primer día el mayor de sus hijos, Julián de 16 años tubo horrendas pesadillas, al despertarse podía ver en la distancia una sombra , que siempre estaba parada en el mismo lugar. No quiso decir nada para no presionar a su madre, pero pasaba las noches en vela, sentado entre las dos habitaciones, para impedir que alguien que no fuera de su familia cruzara las puertas. Al pasar de los días el cansancio lo venció y se quedó dormido, la más grande de sus hermanas lo descubrió y tubo que contárselo todo, aunque ella no entendía mucho lo que sucedía, confió en él y lo ayudaba a dormir de día, estaba con él al despertar de sus pesadillas.

Una tarde Julián rompió en llanto, porque por primera vez la sombra se acerco, era un niño menor que él, de unos doce años, con el cuerpo completamente quemado , que arrojaba por su boca una espuma rosa, parecía que quería decirle algo, pero esa masa desagradable le impedía hablar. Con el alboroto que se armó tuvieron que contarle a su madre lo sucedido, pero ella se negó a creerles, hasta esa misma noche, cuando se recostó en el colchón.

Se hundió en el, jalada por manos que tenían en su piel heridas de navaja formando símbolos extraños. Tras la impresión corrió desesperada por toda la casa en busca de sus hijos, reunió a casi todos en la misma habitación, solo faltaba Julián que estaba tirado en un rincón de la casa, la aparición del niño quemado estaba frente a él, expulsando aquella espuma que parecía medusa marina, temblaba y al parecer sentía algo de dolor, pero por fin pudo expulsarla toda, y sin tardanza le dijo –Ayúdame a terminar con esto saca a tu familia de aquí, ya no puedo protegerlos-.El chico muy asustado sacó a todos de la casa, pero antes de que él pudiera ir afuera, el pequeño de la espuma en la boca, se atravesó entre él y la puerta, cerrándola de un solo golpe.

Julián se vio rodeado en un instante de seres cubiertos de símbolos como los que vio su madre, en lugar de ropas tenían harapos desgastados y sucios, y aunque no se les notaba expresión alguna, se podía sentir su ira y enojo.

La aparición del pequeño le toma la mano para mostrarle en una visión que la causa de todo el odio que guardan aquellas almas, fue provocado por su padre, que hizo experimentos con ellos, sus cuerpos estaban escondidos en las paredes, y el murió en un incendio tratando de terminar con aquella maldición , que los obligaba a penar.

Cuando sus manos se soltaron, Julián buscó por toda la casa cualquier líquido inflamable, sacó de las paredes los cuerpos envueltos en sabanas, y después de rociarlos les encendió fuego. Las animas se agitaron al ver que sus cuerpos ardían, pero antes de que pudieran atraparlo, el pequeño espíritu que lo había protegido todo el tiempo lo tiró por la ventana y le dijo –No dejes que apaguen el fuego-.

Niño de Hielo

Alaska es un lugar lleno de trabajo, mucha gente tiene oportunidad de ir a probar suerte, no faltan aquellos que nunca en su vida hayan visto un clima así, nieve, hielo , y un frio que te hace recordar cuantos huesos tienes en el cuerpo.

Era el primer año que Miguel iba para allá, su cuñado con un poco más de experiencia era quien lo había invitado y que le serbia de guía en aquellos terrenos, a grandes rasgos le explicó cómo funcionaba el lugar para que se sintiera más seguro. Debido a la falta de experiencia Miguel quedó en el campamento bajo, mientras su cuñado subió un poco más, por lo cual no podían verse.

Desde el primer día Miguel luchó por adaptarse, por lo duro que pareciera, pero había algo que por las noches los perturbaba un poco, veía una pequeña sombra pasear por el lugar, algunas veces riendo o gritando, nadie parecía notarlo, y como no era muy entendido en eso del inglés no supo como consultar con alguien la situación.

Pasaron los días y la sombra cada vez se acercaba y permanecía mas, para dejarlo ver que era un niño , lo cual también era algo raro pues no se suponía que estuviera ahí. Decidido a dormir en paz una de tantas ocasiones siguió al pequeño, este se le perdía siempre en el almacén de camiones. Miguel no se dio por vencido, necesitaba entender lo que pasaba, durmió por un par de días en el almacén, dentro de uno de los camiones, pero aun así el frio era demasiado, el lugar no estaba acondicionado para humanos como lo estaban las cabañas.

Solo esos días le bastaron para encontrar el lugar en donde el niño siempre desaparecía, se acercó para ver, había en la pared algunas marcas que no pudo entender, entonces en un pedazo de hielo se reflejó el rostro del niño, este corrió como agua hasta los pies de Miguel, donde un cuerpo se levantó tal como si fuera una estatua de hielo, y reventó, cortando la cara del curioso como si fueran vidrios afilados. Un poco asustado Miguel decidió dejar el asunto por la paz, pero era ya tarde, el niño de hielo le había marcado el rostro con sus astillas, y el alma con desconcierto. Desde entonces cada vez que Miguel estaba cerca del hielo o el agua el niño se materializaba ante él.

No habían hablado entre sí, pero Miguel se mostraba un poco incomodo, pues el frio del lugar era intenso, pero cuando este pequeño rondaba, sentía morir, como si la sangre fluyera más lento, y cientos de bichos fríos entraran por su cuerpo impidiendo la movilidad, a veces sentía que una masa helada lo cubría, apretándolo fuerte, cortándole la respiración, entrando cada vez que respiraba y congelándole las entrañas.

Una vez se despertó dentro de un enorme cubo de hielo, el niño lo veía desde afuera, riendo, jugando con él, tomó un pica hielo y lo picó todo, Miguel no podía sentir las heridas, pero al descongelarse de a poco la sangre salía a chorros, haciéndole perder la conciencia, pero al despertar, estaba bien. En otras ocasiones lo desmembró con una sierra, pero de nuevo, después de perder la razón se daba cuenta que no pasaba nada, observando bien se dio cuenta de que no entraba solo a su habitación, si no a la de todos, lo veía hacerles lo mismo, y todos actuaban con naturalidad.

Al toparse de nuevo con su cuñado al final de la temporada, este le contó que era el espíritu de un niño que murió congelando en el lugar cuando se vino escondido en el tráiler de su papá, que lo mas que había causado eran alucinaciones y lo dejaban jugar para no despertar su enojo…

Por supuesto Miguel decidió no regresar, el pago era bueno, pero si eso hacia el niño de hielo mientras estaba contento no quería comprobar de que era capaz si lo hacían enojar, si él con tan solo seguirlo se ganó marcas permanentes en el rostro, fue demasiado.

Pamela y la esclava

Un día mis amigos me invitaron a pasar la tarde del sábado recorriendo un mercadillo lleno de cosas extrañas. De esos en los que puedes encontrar cualquier cosa.

Precisamente, caminando por uno de sus inmensos pasillos un enorme cuadro llamó poderosamente mi atención. En él se podía observar a un gnomo sonriendo, en la mano izquierda llevaba un bastón de madera mientras que su mano derecha permanecía vacía. Lo que más me sorprendió fue el increíble precio de solamente 5 pesos, una verdadera ganga, si tomamos en cuenta que dicha obra tenía una dimensión aproximada de 60 cm por 50 cm.

Fue entonces cuando le dije a Abel:

– ¡Encontré el regalo perfecto para Pame!

– No se Norberto, no creo que a Pamela le llegue a gustar eso como regalo de aniversario – Respondió.

-Tú qué sabes, a ella le gustan todas esas tonterías “esotéricas”.

Debí escuchar las sabias palabras de mi amigo, ya que de ese modo hubiera evitado la terrible desgracia que estaba por venir.

Por fin llegó la fecha esperada, esa noche mi novia y yo celebramos hasta el amanecer. Al llegar a casa intercambiamos regalos, ella me dio una esclava de oro, la cual contenía grabadas las palabras “Te amo”. Por mi parte yo le entregué la pintura de aquel “simpático” duendecillo. A ella no le hizo nada de gracia mi presente, lo pude notar en la cara de disgusto que puso, más como era de carácter muy dulce me perdonó a las pocas horas.

Colgamos el cuadro en la sala y nos fuimos a dormir. En el transcurso de los días, me fui dando cuenta de que algo estaba cambiando en la pintura, no eran las sombras, ni el fondo. Era el gnomo, quien poco a poco iba cambiando la expresión de su rostro, pasando de una sonrisa afable a una diabólica.

Un día de esos, a manera de broma le dije a Pamela:

– Jajaja, creo que no le caigo bien a tu gnomo. ¿Ya viste la cara que me está haciendo? El muy iluso está celoso.

– No digas tonterías, está igual que siempre. Además, no sé de qué te quejas si tú me lo regalaste. – Me respondió.

Poco después de ese diálogo, nos fuimos a Dormir. Posteriormente sonó el despertador como todos los lunes en la mañana y al abrir los ojos noté que Pame no estaba en casa. Supuse que tal vez había salido al supermercado a comprar algunos víveres, pero nunca regresó.

Para colmo de males, el martes por la tarde sonó el timbre de la puerta, era Agustina (madre de Pamela) quien me cuestionó:

– ¿Dónde está mi hija, porque ayer no me llamó?

– No sé señora, desde ayer no aparece.

– ¡Qué cosa! Y tú… ¿estás aquí tan tranquilo sin hacer nada para encontrarla?

– ¡Qué le hiciste! Como le haya pasado algo, te acordarás de mí el resto de tu vida.

Diciendo esto me empujó y se dirigió a la pieza principal, pude escuchar como abrió cada uno de los cajones de la cómoda, así como todos los compartimentos del armario. Súbitamente un grito desconsolado llenó todo el lugar:

– ¡NOOOOO, ASESINO!

– ¿Qué? – Pregunté sorprendido.

Corrió hacia mí y entre sus manos pude ver el camisón de Pamela rasgado y manchado de sangre. Aquella escena fue tan fuerte que me desplomé en el suelo de la impresión, al levantar la mirada observe atónito que un elemento se había agregado a la pintura de la sala. Ahora el gnomo sostenía en su mano derecha la esclava de oro que yo había recibido como obsequio el día de nuestro aniversario. Lo sé porque tenía la misma inscripción.

Como era de esperarse, nadie creyó mi historia y por esa razón ahora me encuentro recluido aquí en el hospital psiquiátrico San Gerónimo.

En Halloween ¡NO!

En la Universidad del Oeste, los estudiantes habían adoptado el Halloween como una celebración que les daba la oportunidad de reunirse, contar historias ya fuese inventadas o de vivencia personal, las cuales disfrutaban solo bajo la luz de una vela, en medio de un parque o un bosque cercano, por sana diversión, preparaban incluso en ocasiones un susto masivo para los nuevos asistentes. Ese año se veían un poco molestos por un personaje en Especial, Daniel, que no creía en fantasmas , o algo parecido, y se burlaba de ellos en cada oportunidad, echándoles a perder la celebración, descubriendo todos sus trucos, echando tierra sobre sus historias o cualquier esfuerzo por disfrutar del ambiente.

La incomodidad de sus compañeros fue tal que lo echaron de la reunión, este no se fue con tranquilidad, antes de marcharse gritó a los cuatro vientos que todos eran unos idiotas por creer en tales tonterías, y que todo lo paranormal carecía de fundamentos y le hacia los mandados. Se retiró molesto entre abucheos y vasos que iban directo a su cuerpo, lo cual respondió con señales obscenas hasta que se perdió de vista.

Mientras caminaba entre los árboles se balbuceaba a si mismo renegando aun de todo lo paranormal. Escuchó entonces que junto a sus pasos también había otros, se detenían cuando él lo hacía y continuaban sin poder definir desde donde venían, pensando entonces que se trataba de la famosa broma de los demás estudiantes, ignoró el hecho y siguió su camino gritando que a él no podían asustarlo, y sellaba la frase riendo de forma burlona.

Conforme avanzó, se dio cuenta que los pasos se escuchaban más cercanos, parecía que lo estaban rodeando, decenas de personas, tantos que movían los arboles y el sonido de las ramas al romperse era demasiado, sintió entonces respiraciones en la nuca, que alborotaban su cabello, pero al voltear ¡Nada!, seguía caminando dando oportunidad que un susurro que decía –Daniel, Daniel…- se hiciera más fuerte, mientras entre las copas de los arboles podían verse sombras saltando de uno a otro. Un poco aturdido por la cantidad de sonidos, y la rapidez con la que volteaba tratando de encontrar a quien los producía cayó al suelo mareado, con la cabeza agachada. Una enorme hacha bajó cercenado su cuello, pudo ver su cuerpo aun hincado cuando la cabeza rodaba por el suelo, para parar debajo de la bota de un monstruo gordo y verde, que lo tomó del cabello, para ponerlo de nuevo en su cuerpo, donde algunas enfermeras sin rostro, cosían las dos partes con vísceras que le sacaban del estomago.

Cuando el joven dio por gritar un humo negro salió por su boca, rodeándolo por completo pudo ver en él algunas caras de sufrimiento, las cuales tenían pequeñas manos que intentaban sujetarlo… cayó otra vez de rodillas, para al abrir los ojos y darse cuenta de que estaba bien, tenía la cabeza en su lugar y no había ninguna herida. Corrió entonces con todas sus fuerzas, pero sus pasos no lo hacían avanzar, el paisaje era el mismo y parecía estarse hundiendo en el suelo jalado por las manos cadavéricas que los sujetaban de la ropa, el se arrastraba aun luchando, pero se vio envuelto entre los cuerpos que salieron de entre la tierra con el movimiento de sus forcejeos.

Durante toda esa noche hasta el amanecer, el tubo encuentros con todos estos seres de oscuridad , que si bien pudieron haberlo acabado, solo le mostraron que son de verdad y que cada año volverán, la misma noche, porque es solo ese día en especial, en que las barreras entre su mundo y el nuestro desaparecen, dejándolos vagar a voluntad por nuestros dominios.

Daniel aprendió que en Halloween no se puede escapar , que en Halloween ¡No! , no se ofende a la oscuridad, porque viene a saldar cuentas.

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