El espectro de la litera

Asesinos del Zodiaco
Asesinos del Zodiaco

Narra la leyenda que esto ocurrió realmente hace un par de años en Estados Unidos, California…

Era una tarde hermosa, y la familia (cuyo apellido dejaremos en el anonimato) estaba en la sala de la casa conversando, cuando el hermano del medio, como ya está en proceso de pubertad, decide decirle a sus padres que necesita más privacidad y que por ello, quería cambiarse de habitación.

Recalca que a él le encanta dormir con su hermanito menor, pero que le gustaría mucho más dormir solo ya que él es un niño grande.

La familia acepta su propuesta, y salen a comprar en juntos una cama para decorar el cuarto del hermano medio. Arreglan ambos cuartos muy lindos, exactos para niños de cada edad. El pequeño de la familia estaba muy contento de poder aprender a dormir solito como un niño grande, aunque fuera en su litera; él amaba dormir en la parte de arriba de ella ya que le encantaba escalar.

Cayó la noche con esa fresca brisa de su juventud.

Eran alrededor de las nueve y cuarto y la familia se estaba disponiendo a dormir. La madre le dio un gran vaso con leche caliente al menor, mientras le daba un beso en la frente al del medio. Luego, acompaña al hermanito pequeño a su habitación: el chico se sube a la litera y la madre le da un beso en la frente y sus “buenas noches”…

Rondando la media noche, el niño arropado entre las mantas de Spiderman de su hermano se despierta en medio de la misma con la respiración muy acelerada; intenta calmarse.

Lo que lo despertó fue un sonido muy peculiar, que se repetía y se repetía en cada segundo que pasaba… Aquellos ruidos eran de sábanas moviéndose en la parte de abajo de la litera, justo en la cama de abajo. El niño contiene la respiración e intenta dormirse, pero el ruido no lo deja. Pudo ver cómo el sol entraba por su ventana…

Llevaba toda la noche escuchando el mismo sonido.

En cuanto el sol llenó la habitación por completo, el chico pudo notar cómo el ruido se calló por completo, hasta que pudo dormir en paz hasta la tarde. A la noche siguiente, el mismo cuento, el vaso con leche caliente, el beso ¡Y a dormir!

El chico vuelve a despertarse al medio de la noche, esta vez por además de los sonidos de sábanas moviéndose con más rudeza que antes, el ruido de las cortinas y almohadas; el chico no pudo más.

Gritó, ¡gritó a todo pulmón! y obviamente, asustó a sus padres quienes llegaron a la escena de inmediato.

El niño, aun gritando, notó que el silencio había retumbado en la habitación justo cuando sus padres llegaron. La madre intentó calmar al chiquillo, mientras el papá sospechaba que había escuchado el ruido de algún vecino o había tenido una mala noche. Calmaron al pequeño y pudo dormir tranquilo el resto de la noche. La noche siguiente, el mismo cuento, pero ahora no le dieron el vaso con leche caliente. El niño se despierta a eso de las tres cincuenta de la madrugada, y siente como si algo lo estuviera viendo, además que escucha un ruido muy peculiar: un suspiro en su cuello.

El niño estalla en llanto, alertando a sus padres nuevamente.

La madre esta vez, al calmarlo, se queda a dormir mientras el padre piensa que el chico se está aprovechando de la situación para que su madre lo acompañe. Pasa la noche durmiendo tranquilo junto a los brazos de su mamá.

A la noche siguiente, el niño se queda despierto y no puede dormir; se sienta en su cama y siente como si algo subiera por su escalera: rechinaba con cada escalón “eso” que subía.

El chico siente cómo dos brazos fríos abrazan su débil cuerpo, dejándolo petrificado y sin poder hacer ni un gesto. Intenta tomar el brazo del espectro para poder quitarlo de su camino, y siente su musculosa y fría extremidad; se helaba más cada vez.

Pensó: “quizás si pongo mis pies justo en el borde de la litera, salto, salgo corriendo, abro la puerta y huyo de aquí, estaré a salvo”, pero sus planes fallaron, ya que podría caerse, lastimarse, pegarse con la puerta, del miedo olvidar qué tenía que hacer luego; miles de cosas retumbaron en su mente, pero aun así lo intentó.

Puso sus pies fuera de la litera, pero el espectro se dio cuenta de lo que el niño intentaba hacer: lo tomó y lo arrastró hacía la pared, como metiéndolo dentro o intentando meterlo.

El chico tomó las agarraderas de la litera con toda su débil fuerza, y sentía como el espectro lo jalaba hacia adentro; ya con la espalda alzada a más o menos, veinte centímetros de la pared, el chico no podía más, pero se aferraba a la cama con lo que podía mientras el espectro jalaba y jalaba a su dimensión dimensión, o a no se sabe dónde.

El sol entró por su ventana y cayó en su cama, con sus brazos rojitos como el salmón a causa del frío que le provocaba el espectro.

El chico se había salvado.

A pesar de todo esto, sabía que no iba a dormir más solo. Pasaron las noches, y el espectro solo lo veía con cara de odio y rabia, él lo sabía y reconocía que no dormiría solo.

Pasaron los días, las noches, las tardes… Y hubo otra reunión familiar.

El hermano del medio decidió que necesitaba una habitación más grande, pasando así al hermano pequeño a la habitación y los padres al cuarto del chiquito.

Se acomodaron cada uno en sus nuevos cuartos y pasó una semana… La familia, sin razón alguna, decidió mudarse y los padres jamás dieron una explicación a esto.

— Via Creepypastas

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